La Copa Centroamericana sigue fría como el clima mismo que se ha sentido en los últimos días en San José, Costa Rica. Ayer el estadio, por segunda fecha consecutiva, estuvo semivacío. La Selecta Mayor tampoco arrastró la suficiente afición pero tampoco estuvo sola.
Si el viernes llegaron unos 15 a apoyarla, el domingo aumentó esa cuota. Desde el sector popular se dejaban ver hasta ocho banderas, un par de camisas azules.
Entre esos pocos estuvo la familia Ventura y Cortez. Eran cinco en total. Braulio Ventura Montoya era el padre, acompañado de su esposa Dinora y su hija Sonia. Con ellos estaban Ronald y Eder Cruz.
Con un poco más de dos horas antes a su ingreso al estadio, degustaron de unas hamburguesas en un McDonalds que está esquina opuesta al estadio. Todos viven en Miramar Puntarenas y su viaje duró cerca de hora y media. Estaban preparados: camisas y una bandera tamaño mediana.
Iban emocionados. Sonia Ventura contó que no se perdió el partido de la eliminatoria, conocido como “el apagón” del 2-2. Otros que viajaron y con mayor distancia que ellos son Ramón Canales Fortis y su padre. Ambos llegaron el miércoles vía Ottawa, Canadá.
Ya en el partido, los hinchas salvadoreños le transmitieron seguridad al equipo de “Chochera” cuando estuvo asfixiado por Panamá en algunos tramos del primer tiempo hasta la media hora.
Cuando el equipo comenzó a tocar la pelota, a abrir las bandas y a asomarse al área de Jaime Penedo éstos aficionados corearon “El Salvador” una y otra vez para intentar opacar los pitos de los panameños. Esa adrenalina se mantuvo a lo largo del partido aunque por ratos afloraban los nervios cuando Panamá también tenía lo suyo y llevaba peligro. Todo el estadio al unísono gritó “uhhh” cuando Burgos tuvo la mejor jugada al 61?.