“Que lo dejen trabajar…” Es una súplica que éstos les hacen a otros aficionados y periodistas, en teoría más intolerantes por no llamarlos conspiradores.
Entonces surge la pregunta. ¿Qué es dejar trabajar a un entrenador? O mejor todavía, ¿cómo es no dejar trabajar a un entrenador? Lindo desafío periodístico… ¿Dejar trabajar a un entrenador es no criticar? ¿Es ver cosas que se hacen mal y no denunciarlas por el bien del proceso? Supongo que no, aunque cada quien tendrá su propio concepto.
La era Alberto Castillo arrancó con una convocatoria que fue un despropósito en todos los sentidos. No hablo de los jugadores sino de las formas y de los tiempos ?futbolistas que estaban en vacaciones, otros lesionados o con proyectos para jugar fuera del país incompatibles con la Copa Centroamericana, gestión de los legionarios- que hicieron perder días de trabajo muy valioso. Como dije antes, el menos culpable es el entrenador peruano, que apenas está desembarcando en esta superficie de arenas movedizas.
En mi opinión, no veo cómo un aficionado o un periodista podría impedir que un entrenador trabaje. El hincha, sobre todo el más irracional, criticará ante los malos resultados y elogiará si se gana, tan simple como eso. Es una ley del fútbol. Los periodistas, aún los más malintencionados, podrán descargar toda su ira contra el seleccionador y hasta conseguir sumar gente para su causa, pero aún así no serán capaces de que un entrenador pierda su trabajo. Eso, en todo caso, pasa por los directivos.
Al periodista a veces se le atribuye un poder que no tiene, sobre todo cuando se trata de quitar entrenadores. Y me viene a la mente el caso de Ruben Israel, quien muchos dicen que se fue por las críticas del periodista Raúl Beltrán Bonilla. ¿Si hubiese tenido tanto poder para hacer que se vaya un técnico no creen que la Fesfut debería de haberlo contratado para deshacerse del Cuate Castillo? Si me preguntan, Israel se fue porque le ofrecieron más dinero en otro lado, la pelea con la Chelona simplemente fue la excusa perfecta, lo mismo que las críticas que decía que recibía de la prensa y que hacían de su vida en El Salvador un auténtico calvario.
Por suerte, Chochera Castillo tiene clarísimo ?desde antes de asumir- que haga lo que haga va a ser criticado, posiblemente con dureza. Es parte de su trabajo, y él lo sabe. Es imposible ser querido y aceptado por todos, a menos que gane todos los partidos por 8-0, cosa que no va a ocurrir. Es un paso adelante. Al menos desde este espacio se le señalará sus errores y se le elogiará sus aciertos, teniendo en cuenta otro aspecto importante: el tiempo. No se le puede exigir que desde el primer día sea una máquina aceitada de jugar al fútbol. Pero ya sea prensa edificante o destructiva ?como Israel dividió a los periodistas-, el entrenador podrá trabajar tranquilo. Su continuidad dependerá, como en casi todos los casos, de los resultados que consiga, de la paciencia de los directivos y también de su propia voluntad.
A decir verdad, al único DT que no dejaron trabajar fue al Cuate Castillo, porque él quería seguir y la Fesfut ?reconociendo que la del mexicano fue una mala elección- lo hizo a un lado para buscar rápidamente un sustituto. Israel, aún con sus sonados viajes a Uruguay de un mes que tanto molestaban a algunos, pudo trabajar sin problemas mientras estuvo en el país.
Y a propósito de Rubén Israel, flamante campeón en Paraguay con Libertad, una reflexión. A raíz de su reciente título, el cuarto en el fútbol guaraní, muchos aquí se rasgan las vestiduras con la frase “y nosotros lo dejamos ir y allá salió campeón…”. Pues bien, Israel ?un técnico en mi opinión muy capaz pero con algunas actitudes feas como su rauda huída del país- demostró que lo del tiempo y dejar trabajar a veces es relativo en el fútbol. En apenas cinco meses armó un Libertad muy competitivo y a la postre campeón. Pero en El Salvador, en 15 meses, aún costaba ver su mano y la Selecta estaba lejos de consolidarse como equipo. En sus últimos tres partidos sumó 1 punto (2-2 vs Costa Rica), pero su figura terminó siendo idealizada porque lo que vino después fue mucho peor.
Lo más triste sería que en unos meses nos enteremos que el Cuate Castillo ?probablemente el técnico más vilipendiado en la historia de la Selecta- ha salido campeón otra vez en algún club de Honduras (ya ganó dos títulos) o en otro lugar, porque entonces caeremos en la cuenta de que el problema no pasa por el entrenador sino por la materia prima.
Y ahora a pensar en la Copa Centroamericana, que empieza en menos de dos semanas, donde Honduras ?el primer rival de la Selecta- intentará revalidar su título de la Copa Uncaf 2011. Ah, el técnico campeón de aquella selección era un tal Juan De Dios Castillo…