Ser metido a veces sirve y mucho. La noche del martes, en mi primer día de cobertura, no tenía nada qué hacer por la noche. Podía ir a dormir temprano pero dos amigazos periodistas (Cristian Williams y Gilberto Valencia) me llevaron a la gala de los premios Colibrí, el evento más importante del Comité Olímpico de Costa Rica.
Era el día de la elegancia en el deporte local donde incluso fueron premiados dos atletas que participaron de los Juegos Olímpicos de Londres, la maratonista Gabriela Mata y el triatlonista Leonardo Chacón. Era como toparse con la crema de la crema.
A este evento, que se realizó en el Museo de los Niños (que antes era conocido como la Penitenciería Central y que albergó reos hasta 1982), llegaron periodistas de gran trayectoria en este país como Everardo Herrera e incluso el presidente de la Fedefutbol, Eduardo Li así como el presidente del Comité Olímpico, Henry Núnez.
Parecía un lunar, no estaba vestido para la ocasón pero eso ya no importaba. Estaba allí, saludando a las figuras y dirigentes deportivos.
Para no sentirme desubicado y fuera de contexto aproveché a probar los bocadillos que sirvieron más un plato fuerte, postre y unas sodas.
Estaba en al mesa en media tertulia con los colegas cuando de repente llegaron policías y “guaruras”. Con 45 minutos de retraso llegó la persona más esperada de la noche, la presidente de la República Laura Chinchilla.
Por reacción nos paramos todos para saludarla y ella dijo: “tranquilos, no se muevan”. Tuvo la cortesía de darnos la mano mientras unas cámaras de TV captaban el momento… de metido terminé estrechando la mano a la presidente. Qué cosas verdad.