SAN SALVADOR. Las derrotas siempre duelen y dejan poco para rescatar. Pero entre lo que queda para salvar están las entregas de Mardoqueo Henríquez y Rodolfo Zelaya.
En realidad, fueron dos casi impensados en el esquema del técnico Juan de Dios Castillo, dos jugadores en los que se soltaron muchas críticas, por diferentes razones. Cuando se supo que ambos iban como titulares, no dejaron de causar cierta sorpresa. Siendo franco, solo la de “Fito” alegró a los aficionados y este tampoco defraudó.
A pesar de venir en un proceso de recuperación, después de casi once meses de inactividad, un corto reencuentro con Alianza, para ser llamado a la Selección, pero Zelaya se puso el overol y ocasionó la mayoría de las pocas jugadas de peligro para la Selección. Esto también que no lo hizo al cien por ciento, por lo que antes se mencionó y porque a los quince minutos del partido, el jugador recibió una carga que lo hizo resentirse de una molestia muscular en la pierna izquierda.
Con su habilidad, tomó el balón desde el medio terreno, lo llevó al área rival, hasta que recibió falta, con la que los ticos evitaron mayor problema de la selección salvadoreña. A Fito no hubo alguien que se le abriera desmarcado. Solo le pedían el balón, pero con la marca encima.
En una ocasión probó a marco, pero lo hizo “mordido” ante ciertos desvíos de la defensa tica, con el que la pelota llegó fácil al portero Keylor Navas.
Fueron dos jugadas similares en el primer tiempo, con el que siguieron los tiros libres que cobraron Eliseo Quintanilla y el mismo Fito, pero ambos desviados. Luego, en el segundo tiempo, se ganaron dos aproximaciones con llegadas en las que también se ganó un tiro libre, pero tampoco se le sacó provecho.
A los 60 minutos, por la misma molestia muscular, Fito tuvo que pedir cambio, cuando sintió que ya no podía correr. Llegó Bautista, pero la selección no tuvo nada. Ahora quedará esperar que la lesión no sea bastante grave para que pueda estar en México.
“El Gato Pollón”
Por su parte, Mardoqueo Henríquez puso alma, corazón y vida dentro de la cancha. Anuló a Álvaro Saborío cada vez que llegó a presionarlo, en el juego aéreo y a ras de piso. Lo anticipó y con carácter le bajó los ánimos.
Por momentos también se resintió de alguna molestia en la pierna izquierda, después de una caída al momento de cortar una jugada tica, donde terminó salvando Dagoberto Portillo.
Mardo también fue oportuno en los relevos , tanto por la izquierda como por la derecha. A Henríquez le pesó no haber tenido alguien que jugará con la misma intensidad que lo hizo él.
Por si fuera poco, Mardo también tuvo la valentía de llegar hasta el área rival, con balón dominado. Pero por naturaleza no es alguien habilidoso y a las jugadas no se le sacó mucho provecho.
Henríquez también subió en los tiros de esquina, por ser uno de los pocos jugadores de mucha altura, pero no crearon las oportunidades para aprovechar esas características en el juego aéreo.