Cem Yazirlioglu posa sonriente junto a una bandera de córner que lo supera en altura. Está considerado el árbitro más pequeño de Alemania, un país donde a muchos jugadores les llega apenas a la cintura.
Pero el diminuto colegiado tiene metas altas. “Llevo tres años en la séptima división (alemana). Pero soy muy ambicioso y quiero arbitrar en la cuarta o en la quinta”, dice.
Allí (categorías superiores) asegura, le espera un mejor nivel de juego, condiciones de trabajo más profesionales, más espectadores, más respeto hacia el árbitro y, en especial, una mayor atención.
“Por supuesto que no están de acuerdo con todas mis decisiones. Especialmente los fuera de juego son difíciles sin jueces de línea”, admite.
Yazirlioglu se desempeñó como jugador antes de dedicarse al arbitraje. “Les pude seguir el ritmo a mis compañeros hasta la B juvenil (14-15 años), aunque con lo justo conseguía imponerme en los duelos de cabeza. Después me pasaron al banco, pero eso no es para mí. No soy un segundón”. A través de un amigo optó por la labor de árbitro.
Además, cree que muchos descargan en los árbitros agresiones que con frecuencia nada tienen que ver con el partido. “He llegado a tener miedo de que la situación se descontrolara”. Ante todo quiere más tolerancia y respeto, independientemente de su estatura.