Jugamos con fuego

La Selecta sigue con vida, tiene un punto más que Costa Rica y eso es lo más importante

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Rafa Burgos busca el balón ante un defensa local. Foto EDH / Sonell Nelson

Por Claudio Martínez/ @martinezchino

2012-09-12 4:24:28

GEORGETOWN. Hay vida. Hay esperanza. Y no es poco cuando durante gran parte del partido la Selecta estuvo match point, al borde del abismo. El épico 2-3 en Georgetown deja a El Salvador con 3 puntos más y con el ánimo por las nubes.

No porque se haya jugado bien, eso está claro, pero sí porque se cumplió con el objetivo, que era ganar, y más porque se consiguió sufriendo hasta el último minuto ?penal atajado de Dagoberto Portillo a Carl Cort al minuto 93- y todo aquello que se sufre para lograrlo luego se disfruta más.

El Salvador tuvo menos ocasiones que en el Cuscatlán, pero esta vez las aprovechó mejor. Por lo contrario, Guyana fue más agresivo que en la ida, generó mucho más y esta vez perdió. Caprichos del fútbol, simplemente.

El penal que sancionó el jamaiquino Raymond Bogle era el certificado de defunción para la Selecta o el carnet de héroe nacional para el portero. Se dio esto último, por eso cada uno de los compañeros saltó a abrazar a Dago, a agradecerle esa vida extra que ganaron en ese instante.

De haber entrado la pelota de Cort, por estas horas todavía se estaría hablando de la Chelona, de la Fesfut, de los periodistas malnacidos, de los problemas de cortar un proceso, de la pelea Góchez-Sarulyte. Todo eso evitó esa pelota que rechazó Dagoberto y que hizo mantener el resultado final.

Claro, una vez que pase la euforia habrá que ponerse a analizar, y ahí las sensaciones no son tan buenas. La Selecta promedia dos goles en contra por partido y lo confirmó ayer en el Providence Stadium, por lo que es necesario que convierta tres, como anoche, para poder ganar un partido. No siempre se van a anotar tres goles y no siempre habrá enfrente un portero como Richard Reynolds, que garantiza un gol regalado por partido.

Guyana se mostró mucho más agresivo que en San Salvador y complicó durante gran parte del encuentro. La Selecta, que salió con Xavi García y Milton Molina de centrales ?los mismos de la Sub 23- nunca pudo jugar cómoda y sufrió cada pelotazo aéreo que enviaban los locales. El panorama no pudo empezar peor, con un gol de Guyana antes de cumplirse al primer minuto, con el sello de la casa: robo (a Monteagudo), respuesta rápida y gol de Gregory Richardson.

A remontar, a sufrir?

El buen gol de cabeza de Osael Romero emparejó las cosas y trajo algo de tranquilidad, aunque los caribeños siempre estuvieron más incisivos. Hacían daño por arriba y también en algunas réplicas veloces. Sin embargo, apareció Jaime Alas ?de notable trabajo desbordando por izquierda- para batir al flojo Richardson en un tiro de media distancia y poner el 2-1.

A partir de ahí, el partido se volvió de ida y vuelta, donde la Selecta tuvo algunas ocasiones ?una de Burgos y otra de Osael- y los locales muchas, entre ellas la del 2-2, una jugada confusa dentro del área que le queda al capitán Nurse para empujarla al gol. Luego se vino el aluvión de Guyana, con varias posibilidades seguidas, algunas conjuradas por tapadas impresionantes de Dagoberto Portillo y otras por la divina providencia, que también juega.

Cuando El Salvador parecía que peor estaba y menos repuestas tenía, llegó el golazo de zurda de Rafael Burgos, gracias a un error anterior del portero Reynolds, que se complicó innecesariamente en una pelota fácil. El resto fue sufrir, rezar y mirar el reloj para que pasaran esos lentos minutos. Entonces llegó la jugada del penal, como para demostrar que todavía se podía sufrir aún más. Dago adivinó el lugar, evitó la catástrofe que suponía el 3-3 y volvió a hacer respirar a 8 millones de personas.

Se ganó, yeso es lo más importante. Cuando haya un poco más de tiempo para analizarlo, seguramente volveremos a preocuparnos, porque más allá del resultado el equipo por muchos momentos se vio desbordado y dominado por Guyana. Sí, el mismo al que muchos decían que iban a golear. Si en el Cuscatlán el problema fue la falta de definición y la carencia de suerte, aquí en Georgetown hemos sido testigos de un pequeño milagro, porque ocurrió exactamente lo opuesto. Jugamos con fuego. Por suerte, no nos quemamos?