¿Qué hizo?
Lo llaman Saúl, aunque su padre lo asentó como Eduardo. Aún hoy, el profesor Saúl Beltrán no alcanza a comprender cómo su padre prefirió llamarlo Saúl y decidió asentarlo como Eduardo, a él no le importa, con el primer nombre su forjó toda una vida de éxitos, deportivos y personales, en el tae kwon do cuscatleco.
Vivió una inquieta infancia allá en el norteño departamento de Chalatenango. “Correteando vacas y novillos”, según sus palabras, en las tierras de su padre. Corría la década de los 50 y Saúl, para todos, jamás se imaginó que su nombre iba a formar parte de los anales de las artes marciales nacionales. “Es que ya lo traía en la sangre eso de las artes marciales”, dice el profesor Beltrán.
Aunque, antes de irse al deporte de las patadas, incursionó en el fútbol. “Yo era de los delanteros cachimbones, de los goleadores”, recuerda de su paso por el Constancia, equipo que luego pasaría a llamarse Alianza FC, bajo los órdenes de “Chepón” Deras.
Ahí, en el fútbol, vivió su primera desilusión deportiva. “Yo creía que tal vez pasaban a uno o dos al Alianza, pero todos nos quedámos parados atrás de la portería sólo viendo. Ese fue un ‘baldón’ técnico el que nos hicieron”, dice.
Y es que, según él, ni él ni alguno de sus compañeros fueron tomados en cuenta para formar parte del equipo que llegaría a llamarse “la orquesta alba”. Por eso dejó el fútbol y buscó fortuna en otras canchas, en otros deportes.
Ya en San Salvador, y con la formación de Boy Scout, decidió ir a probar suerte en la lucha libre profesional. “Me gustaba la lucha libre, pero por mi cuerpo tenía problemas. Yo les barría la lona a los luchadores profesionales, al ‘Pupusa’ Maravilla, al Diablo Rojo, a los mexicanos”, recuerda.
Pero la dejó después de tres meses de prácticas, cuando los luchadores decidieron “bautizarlo” con un paliza que por poco lo dejan sin un hueso bueno. “No ‘furulé'”, aceptó.
Por eso se fue al boxeo, otro deporte que lo atraía, pero del que salió, ahí sí, con la nariz quebrada y desviada por un golpe. “Aquí está jodido”, dijo entonces y se fue.
Estaba por llegar el 1970 cuando un día, casi sin querer, se fue a ver un campeonato de tae kwon do en el Liceo Salvadoreño y ahí surgió el amor por ese deporte.
“Lo que más me impresionó es que se agarraban a patadas, como los burros, patada tras patada, y después terminaban abrazándose y saludándose y dije ‘esto es una cultura’, al siguiente día me fui para el gimnasio Walter, compré mi uniforme y hasta hoy, aquí estoy”, confía Beltrán.
En el 70?, participó en el Mundial de la disciplina en Chicago, Estados Unidos, y logró sacar un sexto lugar por equipos. En adelante, su carrera estaría plagada de triunfos, de reconocimientos. Llegaron cuatro campeonatos nacionales y más de 187 trofeos ganados en toda su carrera.
Perfil y triunfos
Nombre Eduardo Beltrán Conocido como Saúl Beltrán Datos: Chalatenango, 18 de diciembre de 1941 Edad: 70 años Estado civil: Casado Hijos: Cuatro Deporte: Tae Kwon Do Palmarés: Sexto lugar en el Mundial de Chicago, EE. UU. en 1970. Cuatro campeonatos nacionales y 187 trofeos que tiene guardados en su hogar. Además, profesor de más de un decena de campeones. |
En la TV
Su amplió palmarés lo llevó a fundar la Federación de Tae kwon do, pues no existía en ese entonces, de la que fue su primer presidente. También formó parte del comité ejecutivo del Comité Olímpico de El Salvador y del Indes, lo que alternaba con su empleo de vendedor de Solaire y su trabajo “pedagógico” en el recién fundado canal 12, donde impartió clases del deporte durante 15 años, “hasta que llegaron los mexicanos y me cortaron”.
Orgulloso, cuenta que por sus manos han pasado más de dos mil 800 taekwondoístas salvadoreños, entre su gimnasio, las clases en la televisora y algunas empresas que también le abrieron las puertas, como Solaire.
Tiene en su palmarés, también, haber forjado más de una docena de campeones, quienes están repartidos en el mundo. En Australia, en Italia, en Estados Unidos y en Centroamérica, incluso un gimnasio en Nicaragua lleva su nombre. “El Gimnasio Saúl Eduardo Beltrán”, dice con orgullo.
Como con el mismo orgullo cuenta que también hizo sus pininos en el toreo, en los jaripeos pueblerinos, donde también incluso botó a más de algún toro. Ese es el profesor Beltrán, una historia viviente del tae kwon do salvadoreño.
¿Qué hace?
Decir que Saúl Beltrán se retiró en 2001 del tae kwon do es un decir nada más. Este ex campeón nacional, ex presidente de la federación, ex instructor del Técnico Industrial, ex instructor televisivo, fundador de los Juegos Estudiantiles de la disciplina, de los Juegos Universitarios y forjador de la idea del olimpismo lleva, de verdad, su deporte en la sangre.
Tras jubilarse en Solaire como vendedor y también instructor de artes marciales, este Técnico en Grabado de Metales ahora brinda sus conocimientos como instructor y miembro de la seguridad de una empresa de supermercados del país. “Yo entreno a los guardias bajo una visión de servicio al cliente”, dice este hombre, que está considerado para ser declarado Hijo Meritísimo de El Salvador por la Asamblea Legislativa, una deuda que quizás tenga el país con un atleta que le ha dado tanto al deporte nacional y que hoy se tiene la oportunidad de retribuírselo.
Aunque dice que no le interesa nada más que el “cartón” del nombramiento, también acepta que tiene otra “espinita”: ingresar al libro de los Guinnes Récord como el único capaz de caminar sobre huevos sin quebrarlos.