En la Homeless World Cup, que se disputó en el Zócalo de la Ciudad de México el mes pasado, no había estrellas ni futbolistas con jugosos contratos.
Todos los jugadores que vinieron a ésta competencia han crecido en situaciones difíciles, no todos viven en la calle ni son vagabundos, algunos llegaron de barrios bajos o de zonas de conflictos, desempleados o afectados por el crimen y la violencia.
Todos estos jugadores han hallado en el futbol una pasión y una forma de mejorar su calidad de vida. Equipos de hombres y mujeres de más de 50 países se reunieron a para disputar el particular torneo.
La historia de Érik Sandate es especial. Érik vive en una de las regiones más violentas de Ciudad Juárez, uno de los lugares más afectadas por el crimen organizado últimamente. Él y su papá se ganan la vida como músicos, sin embargo, con la cantidad de bares que cerraron en Ciudad Juárez durante el trabajo es cada vez mas escaso.
Desde las prácticas, Sandate mostró que era un líder nato, y fue escogido por sus compañeros para ser el capitán. México perdió la final contra Chile, pero Sandate, con más de 40 goles anotados, se llevó a su casa el trofeo como el mejor jugador de la Homeless World Cup.
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