El United salió con un único delantero y un planteamiento muy defensivo. Nasri tomó el mando del City y Kompany decidió antes del descanso.
Newcastle a domicilio y QPR en casa, partidos que le quedan al City. Swansea en Old Trafford y Sunderland fuera, encuentros pendientes del United.
El cambio de ciclo está cerca. El rumbo de la Premier League apunta a Manchester, pero la dirección no señala Old Trafford. El título avanza hacia el otro lado de la ciudad, donde espera el cambio. Un gol de Kompany a la salida de un córner arrebató el liderato al United y deja al City en cabeza a falta de dos jornadas para el final. Puede que el reinado de Ferguson haya tocado su fin.
Si finalmente lo hace, el escocés tendrá mucho que ver. Su rácano planteamiento se puso de manifiesto en el Etihad y su vecino destapó todos sus miedos y vergüenzas. El temor a morir de frente, atacando, y la timidez propia del que se encuentra en una situación desconocida. No lo es para el United, harto de ganar títulos a base de jerarquía, buen criterio y valentía. Todo lo que le faltó en el partido más decisivo de la temporada.
Escogió el peor día para aislar a Rooney y otorgar la responsabilidad a viejos espadas como Scholes, Giggs o Park. Esta vez, Mancini se olvidó de especular (sólo de manera momentánea) y salió con todo. No es garantía de éxito, pero poner sobre el mismo campo a Touré, Nasri, Silva, Agüero o Tvez aumenta considerablemente las opciones de victoria.
Ganó el que más arriesgó, así de sencillo. El City dominó de cabo a rabo el primer tiempo. Mancini se la jugó incluso en los laterales, y la jugada no pudo salirle mejor. La sorpresa de Clichy y especialmente Zabaleta fueron las mejores armas de los ‘citizens’. Neutralizado Silva y desafortunado Agüero, únicamente las incorporaciones por banda y el paso adelante de Nasri inquietaron al pequeño United. Diminuto y humilde, metido atrás como el más modesto de Inglaterra. Como el recién ascendido que se encierra en campo del grande aguardando su inevitable final.
El cielo es de Kompany
A la salida de un córner, justo antes del descanso, Kompany corroboró las sensaciones. Apareció con la fe y el empuje necesarios para superar a todos por arriba y fusilar a De Gea con un certero cabezazo. El tanto cambió la especulación de acera.
Demasiado tiempo llevaba Mancini dando la espalda a su carácter. De Jong y más tarde Micah Richards entraron para aligerar al City de poder ofensivo. Primero Tevez, y más tarde Silva, se sacrificaron por el método Mancini. El United había pasado a controlar el choque gracias, entre otras cosas, a la entrada de Welbeck o Valencia.
Era demasiado tarde. El City aguantó con el oficio y el empaque que tantas veces le había resultado al United en este tipo de partidos. Hasta en ese aspecto salió derrotado el equipo de Ferguson. Por suerte, para ganar la Premier aún hay tiempo. Aunque ya no depende de sí mismo. Tampoco quiso hacerlo en el Etihad, y lo acabó pagando.