El árbitro Joel Aguilar Chicas fue informado por su asistente que Zelaya había agredido al defensor, y por consiguiente el juez le mostró la roja directa, lo que corresponde para una situación así. Sin embargo, ¿realmente hubo agresión o Marvin González exageró hasta la teatralización? Imposible saberlo. Las imágenes de la TV no muestran nada anormal hasta el momento en que ambos jugadores se van de cuadro, por lo tanto es difícil refutar lo que dice que vio el asistente, que curiosamente estaba del lado contrario a donde sucedió la supuesta agresión.
Esto nos lleva a varios análisis. Primero, no siempre las cámaras de TV tienen la respuesta para una jugada polémica. Esto, sobre todo, ocurre con los penales, que ante la misma jugada ?y después de verla repetida cien veces- la mitad de los árbitros dicen que es penal y la otra mitad no. Se supone que para jugadas como estas, las que involucra agresiones, sí puede servir la tecnología. La pregunta es: ¿y quién va a manejar las cámaras? Queda la duda si se dependerá del canal que genere la transmisión o de otro proveedor independiente que se dedique exclusivamente a eso. Porque si se tienen 20 cámaras como en la final de un Mundial, es muy probable que se capte una acción como el cabezazo de Zidane a Materazzi aunque la pelota estuviese en juego en otro sector. Pero si se utiliza un número reducido de cámaras ?y no es una crítica a Canal 4 sino la realidad del fútbol local-, lo más lógico es que suceda lo del sábado en Santa Ana: que la imagen siga a la pelota y que de la mayoría de lo que ocurre fuera de la zona de acción no quede registro.
Volviendo a la acción, hay muchos que sostienen que Marvin González fingió la agresión para provocar la expulsión. ¿Cómo saberlo? Difícil. Es cierto que el defensor, desde el suelo y mientras se tomaba la cara, observaba de reojo qué decisión se tomaba. También es cierto que su rostro estaba intacto. Me viene a la memoria el codazo reciente que recibió Cristiano Ronaldo de Fernando Navarro, y a pesar de que hay imágenes, aún sin ellas creeríamos que fue cierto por cómo quedó el ojo del portugués. Una agresión sin imágenes ?o sin imágenes claras- fue la que condenó a Alex Larín (no fue expulsado durante el partido) a quedarse sin semifinales en la Preolímpico. Ahí, la prueba fue la cara ensangrentada del estadounidense Terrence Boyd. En fin, por ahora, Marvin González sigue siendo la víctima, aunque también para muchos el sospechoso.
Más allá del caso Marvin-Fito, que sigue sin sentencia ante falta de pruebas, hay una realidad: en el fútbol mundial cada vez hay más casos de jugadores que simulan ser agredidos para sacar ventajas y dejar al rival con uno menos. Ya está incorporado en el manual de recursos de muchos jugadores. Es un atentado al Fair Play. Pero a menos que se decida hacer algo al respecto, cada vez aumentarán más este tipo de situaciones.
Las simulaciones no se castigan con la dureza que corresponde. Es probable que en el campo de juego un futbolista pueda engañar a un árbitro y consiga su propósito: que le den un penal o que expulsen a un rival por una falta o agresión que simuló. Seguirá ocurriendo. Pero hay una manera de prevenirlo: castigando duramente al simulador una vez que la jugada, ya con el partido terminado, se revise en las cámaras.
De haber una sanción de 4 meses ?sí, 120 días sin jugar- para aquel que simule una agresión, estoy convencido de que antes de tirarse y empezar a dar vueltas por la grama lo pensarán dos veces. Claro, tiene que estar absolutamente comprobado que fue así. Lo mismo se puede aplicar para aquellos que sí se compruebe que han agredido cobardemente a un rival aprovechando que el juez no los ve o a los que hagan goles con la mano: 4 meses sin jugar. ¿Cuántos se animarán a intentarlo? Probablemente pocos… Ahora si la sanción es apenas una tarjeta amarilla, ¿por qué no intentarlo?
El Fair Play no existe, lo que hay es hipocresía, guardar ciertas formas y nada más. De haber existido Juego Limpio en FAS-Alianza, la mayoría de los jugadores deberían haber ido a ver qué le ocurría a Marvin González, que estaba nocaut, y no sobre el juez de línea. El 90% de los jugadores no cree en el juego limpio. Si entregan la pelota cuando hay un jugador caído es porque se sienten obligados… De hecho, la nueva moda de muchos jugadores es que cuando pierden una pelota y generan un contraataque rival se dejan caer haciéndose los lesionados, de manera que el adversario tenga que tirar la pelota afuera en vez de irse camino al gol o recibir la condena moral de toda la sociedad futbolística… Se juega sucio con el juego limpio. ¿O cuántas veces han visto a un futbolista decirle al árbitro: “No, señor juez, le agradezco pero se equivocó, no es penal, nadie me hizo infracción, lo que corresponde es saque de meta?” ¿Alguna vez vieron a alguien hacer algo tan simple como rechazar a hacer un lateral o un tiro de esquina porque no les pertenecía? Casi nunca, ¿no? El jugador quiere ganar, está en su esencia. Y para hacerlo recurre a todo, desde su talento a su capacidad para engañar.