LOS ÁNGELES. En la vida no hay peor condición que abandonar nuestros sueños y proyectos. Para los que estuvimos en el Home Depot Center habrá algo que siempre será recordado. ¿El golazo de Nelson Bonilla? Por algún tiempo, no siempre. ¿La victoria 1-0? Tal vez cuando vuelva a pensarse en Guatemala pero pasará a un segundo plano… Lo que se terminó robando el show de la noche fue la afición en todo sentido.
Lo más visible fue esa gigantesca bandera de 55 yardas de largo por 25 de ancho, esa que había adelantado la Afición Cuzcatleca LA. Antes que comenzara el partido fue ingresada pero yacía en el suelo. Era inevitable no prestar atención a esa bandera que aguardaba por una de las porterías. Eso sí, nunca se colgó sobre los graderíos. Algo mejor se preparó.
Cuando las dos selecciones se prestaban a entonar los himnos ocurrió lo impensando. Esa bandera fue cargada entre muchos y luego puesta en el suelo. Parecía una interrupción de la que nadie actuaba.
Luego fue extendida y adornó la grama. Con las palabras “Dios, Unión, Libertad” y “Aficion Cuzcatleca” resaltaba las siglas “ES”. Esta bandera reinó en el ambiente, algo que se salía del guión.
Pero de esa exhibición siempre hay anécdotas sobre lo que pasaron los involucrados para hacer realidad un sueño que pudo haberse dado en febrero y que la falta de fondos sólo permitió portar una bandera de menor tamaño.
Cerca de 12 hinchas pasaron dos horas debajo del sol en el Coliseo de Los Ángeles para pintarla, contó Douglas Melara. La mamá del aficionado Ricardo Trejo la coció a mano y éste junto a Guillermo Alfaro alcanzaron el permiso de los administradores del estadio. Todo ese esfuerzo valió la pena y el sueño fue cumplido.