Hace cuatro años, tras la primera semana de Beijing 2008, escribí algunas reflexiones. Aquí las comparto, para luego, debajo de las líneas que separará lo antiguo de lo actual, agregar algunas más…
(Agosto de 2008)… Entonces, surge inevitablemente la pregunta, ¿Alguna vez podrá El Salvador ganar una medalla en los Olímpicos? ¿Por qué nos cuesta tanto? Bien, cuesta tanto porque es difícil. Incluso países con gran tradición y excelente preparación a veces ganan unas pocas. De hecho, en Centroamerica sólo Costa Rica logró medallas alguna vez y lo hizo a través de las hermanas Silvia y Claudia Poll, que en realidad son de sangre alemana.
Los deportes con mayor cantidad de preseas son la natación y el atletismo, dos disciplinas prohibitivas para los salvadoreños y también para muchos de los países latinos. ¿Excepciones? Algunos caribeños, muy pocos mexicanos y nada más en atletismo. Claro, el biotipo no ayuda, sobre todo si hay que competir con esas máquinas de nadar, correr o saltar que son los chinos, australianos, holandeses, estadounidenses o japoneses. Algo parecido ocurre con el atletismo.
El físico juega un rol fundamental y hay veces que ni entrenándose 24 horas al día -si eso fuera posible- sería suficiente para alcanzar el nivel del grupo de elite. Los caribeños son buenos en velocidad, los etíopes en distancias medias y los keniatas en resistencia. Por eso es loable lo de Ana Camila Vargas en remo, aunque sabemos que jamás podrá con las rusas, alemanas y otras fornidas europeas.
La fuerza y la resistencia física también son fundamentales en pesas, en judo, en ciclismo, lucha. Con lo que tenemos nos alcanza para participar, pero no para ganar. Así de simple.
En los deportes de conjunto, ni lo pensemos. A El Salvador le cuesta imponerse a nivel regional, imposible pensar en ir más allá. Descartemos el fútbol, vóleibol, baloncesto, balonmano, hockey, water polo, softbol, tanto en masculino como en femenino.
Si el físico no ayuda y tampoco somos buenos en conjunto (virtudes de países como Argentina, Brasil, España, Italia y Francia, por nombrar algunos), la única alternativa son los deportes de precisión, donde lo mental prevalece sobre lo físico. Ahí es donde El Salvador debería centrar sus objetivos. Ejemplos: tiro y tiro con arco. La diferencia con la elite ahí es alcanzable, porque se soluciona con entrenamiento.
La otra es depender de que nazca un superdotado Quizás ahora tenga 2 años ? todavía ni él lo sabe- y logre cambiar la historia. Puede que sea un fenómeno del tenis, del hipismo, del boxeo y algún día se pueda ganar una medalla.
Hasta ahí el 2008. Regresemos al 2012, aunque la realidad sigue siendo la misma. La clave: enfocarse en algunos deportes, donde hay más posibilidades. Esto no quiere decir que se abandone al resto, pero que haya prioridades claras.
La plata conseguida por el guatemalteco Erick Barrondo es un buen ejemplo. No fue casualidad. Se apostó por él en una disciplina donde hay posibilidades de triunfo, con un buen entrenador y se empezaron a dar los resultados. Antes de esta medalla, a modo de preámbulo, vino el oro en Guadalajara… En toda caso, el primer paso es ser competitivos ?en Londres sólo lo fueron Evelyn García y Ana Camila Vargas-, para después ser aspirantes a algo más. Hay disciplinas donde ser décimo ya es una proeza, pero eso no alcanza para saciar la sed de medallas, y más ahora que el vecino tiene una reluciente. Llega la hora de enfocarse, y si se quiere la hora de ser injustos. De priorizar unos deportes por encima de otros pensando en la competitividad. La otra es esperar por aquel niño superdotado, que si en Beijing 2008 tenía 2 años, ahora tiene 6. Aún sigue sin edad para las grandes hazañas. |