En el medio de una eliminatoria, lo menos aconsejable es cambiar de técnico. Pero la intempestiva salida de Ruben Israel no dejó otra alternativa y ahora todos los deberes y responsabilidades van para Juan de Dios Castillo, el entrenador mexicano elegido por la FESFUT que ofrece como dato saliente en su currículum un título de campeón de la Copa Uncaf con Honduras.
La última imagen que queda de Israel no es nada buena. No estaba comprometido con la Selección: quedó en evidencia que tenía todo arreglado con Libertad de Paraguay antes de irse del país . Antes, su agente había movido su currículums en distintos equipos, sin éxito, además de reunirse con dirigentes de Nacional de Uruguay cuando ese equipo estaba buscando entrenador. Todo, mientras estaba a cargo de la Selecta.
Juan de Dios Castillo ya empezó a marcar diferencias con su antecesor: desde las palabras intentó alejarse lo máximo posible de Israel: “Yo no vengo a pelear, vengo a trabajar”, fue una declaración que repitió hasta el hartazgo conociendo los antecedentes del uruguayo.
También de Dios Castillo evidenció que prefiere empezar de cero y que traerá su propio cuerpo técnico: “Tengo entendido que cuando se va un técnico, se van todos sus colaboradores”, fue concluyente el DT mexicano. ¿Qué pasará con Sarulyte? Aún no se sabe. Tiene contrato con la FESFUT y deberá hablar con el nuevo entrenador para ver si lo tiene en cuenta. Todo debe ser en buenos términos. La última vez que se “impuso” un asistente, finaliza en “guerra”: Rugamas pasó de ser “mi mano derecha” según una definición del propio Israel a terminar como uno de sus “enemigos” en la FESFUT.
“Quizás a él le gusta esperar, a mi no me gusta esperar”, fue otra de las frases de Castillo. Se refería al estilo de juego del saliente entrenador uruguayo y la nueva etapa que se viene a su mando ¿Así o más claro?
Técnico nuevo, sensaciones nuevas. Castillo se desmarca del “proceso Israel” y pretende llevar a la Selecta al Mundial. Dios escuche a Juan de Dios. Sería una proeza.