Mientras Darwin Ramírez entrenaba con la Azul de Playa, sus vecinos en el caserío Los Limones, de la Barra de Santiago, recibían la noticia de que están “ante el inminente desalojo” de sus viviendas, fruto de una sentencia legal a favor de la nueva propietaria de los terrenos en los que ellos habitan.
Para el jugador de la Playera, es una noticia triste por las seis familias que serán afectadas, pero no deja de ser “una preocupación porque sigo sin estar seguro de si nos van a sacar con mi mamá (doña Dora)”, recalcó Ramírez.
“Mi mamá me llamó (al mediodía) y me contó que han llegado a inspeccionar ya. Estamos pensando que, aunque se hable de que no nos van a desalojar, tenemos posibilidades porque si esta señora (dueña) puede sacar a seis familias, cómo no va a poder sacar a dos que seremos los que nos vamos a quedar. La verdad, entre las ocho familias hacemos fuerzas, pero solo dos no vamos a poder”, manifestó.
Sobre cómo se siente física y psicológicamente el playero al volver a las prácticas, tras estar viviendo esta situación, declaró: “Primero, adaptándonos todos, compartiendo y divirtiéndonos. Estoy tratando de pasarla bien por momentos, porque cuando uno entrena deja afuera las penas, pero cuando salí (ayer) y recibí la llamada de mi familia me acordé de todos los problemas y es duro”.
El caso, en el que originalmente se incluía el terreno del mundialista, tendría como fin “el día jueves (mañana), porque ya nos dijeron que el desalojo es inminente”, contó Rubén España, vecino de Darwin.
“Al parecer, el juez de Ahuachapán está presionando al de Jujutla para que vengan a ejecutar la orden, y si no accedemos al desalojo nos van a venir a botar las casitas. Esto es una baldada de agua fría, estamos desconsolados, tristes”, añadió.
Hasta el momento, siguen sin tener ninguna ayuda legal extra. El último recurso que utilizaron fue la visita a la Asamblea hace algunas semanas.