SAN SALVADOR. Si las hinchadas decidieran los partidos, El Salvador ayer habría ganado por goleada. No se merecía una derrota semejante afición que abarrotó el Cuscatlán como en sus mejores noches de gala. Si hubo alguien que ayer se debía ir sonriente a su casa, ese fue el hincha salvadoreño. No se dio.
La gente llegó con bastante anticipación al estadio y se comportó con corrección, salvo aisladas excepciones. Todo empezó a tomar mayor temperatura cuando se mencionaron las alineaciones por los altavoces. El ranking de los más aplaudidos estuvo liderado por Benji y Dennis Alas.
Uno de los grandes momentos del día fue el del himno. No hubo una sola alma azul que no lo cantara, que no gritara la canción patria. Y el Cusca latió. Claro, no podía faltar el “sí se puede”: fue el prólogo perfecto para la Selecta antes de iniciar el partido.
La gente fue el motor que impulsó la fenomenal presión de los primeros 10 minutos. No pasó segundo sin alentar a los jugadores que salieron del vestuarios hechos un vendaval. Jaime Alas fue el más aplaudido en esos primeros momentos con dos barridas dignas de Beckenbauer y un par de desbordes de su sello. Del otro lado, abucheos sostenidos cuando avanzaba México, intensificados al máximo cuando el que tocaba la pelota era el número 14, un tal Chicharito.
La intensidad del juego se fue diluyendo y con ello también la temperatura de las gradas. Un láser apareció molestando a algunos jugadores aztecas y enseguida la voz del estadio llamó a la cordura. Los comisarios de FIFA, atentos. Mucho más cuando empezaron a caer las bolsitas… Malditas bolsitas… Si, aparecieron a pesar de los reiterados llamados a los hinchas de no arrojar nada al campo de juego. Pero fue una “lluvia embolsada” la que le cayó a Pablo Barrera cuando fue a patear un tiro de esquina. Una lástima.
Los desbordes de Jaime y Osael levantaron otra vez a los hinchas que se animaron a cantar “ole, ole” a los mexicanos tras una seguidilla interesante de toques azules en la mitad de la cancha.
El final de los primeros 45 minutos fue con aplausos largos para la Selecta. Y el entretiempo se lo robó Larissa Riquelme. La modelo paraguaya perdió dos aviones pero el tercero fue el vencido y llegó con lo justo al Cuscatlán para ver a la Selecta y saludar a todos desde el palco de EDH.
Hubo dos momentos que el estadio se quedó en silencio. El primero, a las 8.50 p.m. cuando México definió una contra. Fueron apenas segundos, enseguida se recobró el aliento que llegó a su punto más alto 4 minutos después con el cerebral tiro libre de Alfredo Pacheco que sorprendió a todos pero sobre todo al portero Jesús Corona.
“Cheyo Cheyo” empezaron unos cuantos en el 71? y los siguió la mayoría del estadio. Está claro que pasan los años y Quintanilla sigue siendo uno de los preferidos de la afición. El técnico les hizo caso en el 78? y lo mandó a la cancha. Muchos se quedaron con las ganas de verlo jugar más.
El segundo silencio fue más largo. Faltaban 10? y esta vez hasta permitió escuchar el grito de gol del puñado de jugadores mexicanos. Fue el cierre no deseado por nadie.
A pesar de la derrota, esta vez no hubo silbidos ni reclamos. El equipo se fue cabizbajo pero con un aplauso sostenido de los hinchas, que a pesar del duro golpe de anoche, se resiste a dejar de soñar.