A la vuelta de la esquina se vislumbra la noche de mañana ante Costa Rica. El juego del año. El partido decisivo. La final adelantada. Con el resultado puesto será fácil hablar y escribir. Muchos están esperando que pierda para salir con los tapones de punta. En caso de que se gane, cambiarán su discurso y ensalzarán? solo a los jugadores. Por eso, este análisis de las cosas que se hicieron bien vale la pena escribirlo antes, cualquiera sea el resultado. Que no dependa de una pelota en el palo o de un penal atajado decir que se hizo todo bien o todo mal.
Por una vez se hicieron las cosas bien. Tras la intempestiva salida del intolerante Rubén Israel para ganar más dinero, la Federación se vio sorprendida, sacudida, con poco tiempo de reacción. Sin embargo, actuó rápido y con decisión. Aguantó críticas y se la jugó por un técnico mexicano que conocía poco de El Salvador pero llegaba con el antecedente de haber sacado campeón a Honduras de la copa UNCAF. No era poco.
No terminó ahí. Después de los irregulares partidos con Guyana, en la FESFUT se reunió a los clubes y se pusieron de acuerdo en tener a los jugadores 20 días juntos.
El “acuerdo” costó 15 mil dólares para cada uno de los 10 equipos y fue en busca del bien común. A pesar de la infaltable “trabita” que puso Águila, por una cuestión más personal que institucional, lo cierto es que clubes y Selección estuvieron unidos por un objetivo, algo impensado hace poco tiempo cuando prestar jugadores se transformaba en una “guerra” de intereses contra una FESFUT manejada por “el hijo de?” y no por alguien con capacidad y visión de desarrollo.
Después llegó la ronda de reuniones del entrenador con periodistas, dirigentes y la más importante, con los técnicos del fútbol de Primera División. Otro acierto. Es verdad, no llegaron todos los convocados de los tres estamentos, pero los que estuvieron aportaron su granito de arena para hacer más completo el desarrollo previo al gran partido. Y para darle a conocer al técnico aspectos quizás desconocidos por él por su poco tiempo en El Salvador.
Dependió exclusivamente de Juan de Dios Castillo cuánto de esas sugerencias han pasado a integrar sus conocimientos y le han servido. Con su programa de entrenamientos e idea de juego, el Cuate Castillo supo aguantar duras críticas sin perder la razón ni salir con insultos desafiantes. Una paciencia que le juega a favor y es casi un requisito indispensable para dirigir una Selección, sea la de El Salvador o cualquier otra del mundo, aunque algunos no lo entiendan así.
Mañana se podrá ganar, empatar o perder. Todos los imponderables que tiene el fútbol pueden inclinar la balanza hacia atrás o adelante en 90 minutos. Pero si se pierde (o se empata), será porque los ticos simplemente jugaron mejor o se pararon bien tácticamente. Pero por una vez será pura y exclusivamente por lo que suceda dentro del campo de juego y no por los errores de afuera como sucedió tantas veces en la Selecta.
Se dijo y se repite: si El Salvador gana, ganan todos. Ganamos todos. Si la Selecta pasa a la hexagonal, ganan los jugadores, gana Juan de Dios Castillo, gana la FESFUT, ganan los clubes nacionales, ganan las empresas que empresas que apoyan al fútbol, ganan las empresas periodísticas, gana el periodismo (excepto aquel que insiste con tomar como prioridad el lejano fútbol español). También gana la economía nacional, tal como se ha reflejado en varios estudios. Sí, si gana la Selecta, gana el país.
En la previa, se hicieron las cosas bien. Hoy falta lo más importante. Justamente eso: ganar.