Y eso es lo que pasa con Percival Piggott, quien por estos días se sigue paseando por los graderíos del estadio de Petapa, de cara al Premundial en su país, y cuando escucha el nombre del nuestro se le dibuja una sonrisa indescriptible en su rostro.
?Quiero mucho a El Salvador, espero tener un tiempo para poder ir?, expresa el actual asistente técnico de la Sub 17 canalera, y su rostro muestra una alegría sincera que contagia. Es imposible no creerle cuando dice con tanto amor: ?Y cómo no, si ahí nació mi primer hijo?.
Pero pareciera como si por este panameño recorriera sangre azul y blanco. Se transporta en el tiempo y sus pensamientos se traducen en palabras al recordar los amigos que formó, sus anécdotas en la guerra, los lugares por los que estuvo y su paso innegable por Cojutepeque y Firpo. Alegría verdadera.
Habla con afán increíble y demuestra su cariño abierto por El Salvador. Da orgullo que un foráneo se exprese así de nuestro suelo y que lo haga de manera franca.
Sin duda, de esos seres humanos con sentimientos sinceros que deberían clonarse. Porque aunque estén lejos, sus corazones siempre seguirán con El Salvador.