Aunque se quiera pensar en lo contrario, el poco conocimiento del técnico de la Selecta, el mexicano Juan de Dios Castillo, con los jugadores salvadoreños terminó complicando el desempeño que estaba teniendo el equipo.
La selecta salió con una línea de tres atacantes, pero solo con Rafael Burgos como delantero. Sin embargo, este lo hizo desde un costado.
Quienes lo acompañaron en la punta fueron Eliseo Quintanilla, quien apareció como el centro delantero, pero lo hacia bastante atrasado, e Isidro Gutiérrez, quien pegado a la banda derecha, propuso en ataque sin velocidad.
En el primer tiempo se tuvo llegada, hubo bastante presión, pero también se contó poca claridad para anotar.
La visita cumplió con la tarea de cerrarse atrás, para cortar los espacios y obligarlo a atacar con disparos, que al final eran intrascendentes, la mayoría se fueron desviados de la portería de Richardson.
El gol temprano generó confianza de que podría aparecer una goleada, pero con paciencia el rival se mantuvo y consiguió la paridad. Después de ahí no apareció otro esquema, más que seguir llegando sin profundidad y poca visión a marco. Virtud, también, de la línea de centrales caribeños.
?El Cuate? realizó pocos llamados de atención a la zona media y baja, a la hora de marcar y los espacios que estaban cediendo al rival, donde al final terminó causando daño.
El Salvador volvió a ponerse en ventaja, pero dejando las mismas dudas. El equipo no mostraba una mejor actitud y tampoco del técnico se vino una reacción para el segundo tiempo.
Esas sustituciones
En el segundo tiempo, El Salvador volvió a presionar, a atacar y todo pintaba a una tercera anotación. Sin embargo, minutos después llegó la paridad y las criticas hacia el ?Cuate? Castillo.
Se pedían cambios, el DT hablaba con su auxiliar y con Góchez, quien parecía que tomaba la decisión final.
Jaime Alas llegó por Castillo, en 68 minutos. A falta de cuatro minutos, Jonathan Águila entró por Pacheco, y Romeo Monteagudo, lo hizo en el minuto 93, por Romero.
Todo fue algo descontinuado y de mal gusto para la afición que reprobó al estratega con abucheos y duras criticas, para cerrar la amarga noche.