Y el Calero se pobló a ritmo de hormigas

Una hora previo al juego, ??El Calero?? Suárez parecía un lugar del viejo oeste

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A falta de 15 minutos para el encuentro empezó a poblarse el Calero Suárez. Foto EDH/ Archivo

Por Victor Zelada Uceda/ @zeladauceda

2012-12-09 3:21:04

No había mucho calor y sí muchas gradas vacías. Entre los que estaban presentes, se decían entre sí que ?la gente se está guardando el billete para la final y ya ven a Metapán en la final?. De forma inesperada, cuando faltaban 15 minutos, los aficionados de uno y otro equipo llegaron como hormigas a poblar muchos espacios y fue entonces cuando el estadio cobró vida.

La Inmortal 12, por un lado, dejaba la sensación de que era posible un día histórico y de principio a fin alentaron con sus cánticos. Eran pocos pero ruidosos y éstos se desatarían con el gol de Darwin Bonilla antes de que finalizara el primer tiempo.

La Furia Calera estuvo un tanto callada por momentos, posiblemente de nervios, porque su equipo sufrió más de la cuenta. En contraste, alentaba más la banda de una empresa patrocinadora que llevó batucada y tenía el colorido de sus edecanes.

La afición se las ingenió a su manera para llevar folclor. Cuatro niños contagiaron con sus disfraces. No necesitaban que fuera Halloween para lucirlos. Uno se vistió de jaguar, mientras sus amigos tenían máscaras de viejito, chupacabras y Papá Pitufo.
Elpartido tuvo postales para el recuerdo, como el retraso de siete minutos debido a que había papel en la portería norte.

Debido a que los recogebalones no eran suficientes para barrer la basura con los rastrillos, Fidel Mondragón y Ernesto Aquino se tomaron la molestia de colaborar. Esto sucedía mientras los árbitros presionaban con tal de iniciar. El resto de jugadores sólo observaba.

Los técnicos sufrieron a su manera. Víctor Coreas, quien dejó la elegancia de otros partidos y seguramente esperaba guardarse su traje en caso de que su equipo pasara a la final, llegó en short, camisa tipo polo y una gorra. Siempre permaneció de pie. Otro que nunca quiso buscar el asiento para tener comodidad, por los nervios que tenía, era Edwin Portillo.

Cuando Águila llevó peligro a la portería de Mondragón, se tomaba del rostro como quién no podía creerlo y tuvo tiempo para fumar unos cigarrillos también.

La semifinal fue así, de dientes apretados, con expresiones de nerviosismo, humor y mucha pasión en las gradas. Y la casa sonrió.