SAN SALVADOR. Desde el domingo, la Selección tiene un ambiente de privacidad, con ensayo de jugadas y prueba de los jugadores en algunos puestos. Juan de Dios Castillo ha optado por limitar el acceso a los periodistas, aunque está permitiendo el tiempo de entrevistas.
Ayer no fue la excepción en su visita al Cuscatlán, por segunda vez en ocho días de trabajo.
En el campo sólo habían 20 jugadores. No completaban para hacer un juego de once contra once. Faltó Ramón Flores, quien el lunes abandonó la concentración con permiso del cuerpo técnico, para atender un problema familiar, relacionado con el embarazo de su esposa.
Para sacarle provecho a la práctica,”Cuate” Castillo improvisó con un juego de nueve contra nueve. En este ensayo, por supuesto, algunos jugadores ocuparon puestos donde no están acostumbrados. La idea era jugar.
Los porteros tuvieron que alternarse. Primero fue el turno para Dago Portillo y Derby Carrillo. Después llegó el turno para Cuéllar y Villalobos.
Si un equipo era azul o de chaleco, era lo de menos. No representaba un posible once como sí se dejó ver el domingo.
En los minutos finales se vieron los siguientes equipos. El azul con Villalobos, Figueroa, Monteagudo, Larín, Quintanilla, Sánchez, Cerén, Aguila y Fito. El equipo chaleco tenía a Cuéllar, Bautista, Henríquez, García, Pacheco, Gutiérrez, Alas, Cheyo, Osael y Bonilla.
Sobre el trabajo a puerta cerrada, el portero Dagoberto Portillo dijo que está a favor de esa medida.
“No podemos decir nuestras armas porque la gente de Costa Rica puede ver estos informes, esto lo guardamos para nosotros. Lo comparto. Me parece perfecto entrenar a puerta cerrada. Que los ticos hagan lo que quieran, a nosotros nos interesa El Salvador”.