¿Qué pasó con… Nury Ighani?

El iraní-salvadoreño representó en varias ocasiones a El Salvador en boliche. Fue premiado con la Espiga y ??guila dorada, por el Indes

descripción de la imagen
Nury Ighani representó a El Salvador en varios campeonatos internacionales de boliche.

Por Texto: Franklin Ponce / Foto: Jorge Reyes

2012-07-09 2:59:00

¿Qué hizo?

Existen dos palabras que describen bien a Nury Ighani: superación y éxito. La primera porque es un iraní que dejó su país en busca de un desarrollo personal. Lo otro, porque desde cero se tuvo que acomodar a El Salvador, hacer su vida acá, tener una familia y encontrar en el boliche su mayor fuente de desarrollo.

A los 18 años, Ighani dejó su país en el momento que estaba sucediendo un problema social que amenazaba su desarrollo personal. Su primera opción fue Europa, pero el destino le fue abriendo espacio en Centroamérica, hasta encontrarse con El Salvador.

“A finales de 1979 fui a Francia y ahí estuve unos dos meses, pero no me gustó la vida en Europa porque no sentí igual que como estábamos en Irán. Así que decidí salir para Centroamérica, con mi sobrina, quien estaba en Guatemala. Ahí estuve seis meses, en la Universidad Landívar, aprendiendo español y jugando con el equipo de fútbol de esa universidad. Después me vine para acá y me gustó El Salvador, más que todos. Me quedé aquí y hasta ahorita llevo 32 años viviendo acá”, cuenta el ahora cuscatleco.

Poco tiempo pasó para que el destino también le fuera dando una oportunidad con el amor, hasta que se casó con la salvadoreña María Antonieta de Ighani, con la que procreó cinco hijos.

“El boliche me dio muchos trofeos, pero el destino me dio lo más valioso, una familia”, expresa, al mismo tiempo que explica que gracias a su matrimonio él pudo conseguir la ciudadanía salvadoreña.

Adaptarse a El Salvador no fue muy complicado para Ighani, ya que por su filosofía personal de vida encontró las claves para hacerlo de una forma tranquila.

“Adaptarme a un país, cuando se salé de su país y llega a otro, no es muy difícil. Si uno tiene paciencia, si no es enojado, se puede calmar ante muchas cosas que pasan, tratando bien a la gente, la gente lo va a tratar igual y uno se va adaptando a cómo son en el país”, señaló. Pero también reconoce que, quizá, lo único complicado fue que para acomodarse al país lo tuvo que hacer durante el conflicto armado.

Sus creencias religiosas también las ha mantenido: “Mi religión es la fe Baha’i. Es una religión nueva, el profeta es ‘Bahá’u’lláh’, que se denomina ‘la gloria de Dios’. Lo que estábamos esperando, nosotros dijimos que ya está aquí. En el Salvador hay como 10 mil feligreses”, explica Ighani.

A su país tiene 17 años de no poder visitar, a pesar de eso no pierde comunicación con ellos.

“Hemos tenido la comunicación por teléfono, pero ahora en la computadora lo hacemos vía Skype. Es la forma de cómo nos podemos ver con mi mamá, hablar, cantar, podemos hacer todo lo que queremos frente a la cámara. Han pasado 17 años de que no los puedo ver físicamente y abrazarlos. Aunque estamos planeando viajar con mi esposa, pero será más adelante”, mencionó.

El juego perfecto

De todo un poco su vida familiar. Pero en lo deportivo también tuvo su momento de gloria, con el boliche. Un deporte que en realidad nunca se imaginó le daría tanto éxito. Sin embargo, sus inicios estuvieron en el fútbol.

“Empecé jugando Fútbol acá, con el equipo de la UCA, cuando estaba en Primera División. Después dejé de jugar este deporte. Por la familia y el trabajo, en las noches buscábamos una entretención, nos pusimos a jugar boliche. Elegimos esto porque no necesitábamos mucho espacio, a mí me gustó, nos quedamos jugando y así fui mejorando hasta pertenecer a un equipo, del que posteriormente me llamaron a la Selección nacional, en segunda fuerza. Al año siguiente pasé a equipo mayor, donde jugué 17 años”, relata Ingani, quien tuvo como compañero de equipo a Aída Granillo y Francisco Sánchez.

Hasta el momento sigue practicando boliche, pero ya no lo hace profesionalmente. Durante su trayectoria deportiva, Ighani conquistó muchos premios en el ámbito nacional, pero entre lo más destacable son dos títulos de campeón centroamericano (1988 y 1999). En 1996, logró el “300, juego perfecto”. También representó a El Salvador en los Juegos Centroamericanos y del Caribe, en 2002, cuando se realizaron en el país, y en Cartagena, en 2006.

Además, Ighani fue galardonado con el “Águila Dorada” y la “Espiga Dorada”, ambos en 1999, como el atleta más destacado.

¿Qué hace?

Cuando Nury Ighani llegó al país, venía con el título en electrónica. Ante las necesidades por sobrevivir económicamente en El Salvador, creó su taller electrónico en 1982, que mantiene hasta la fecha.

“Traía mi título de irán en electrónica, cuando vine al país, desde allá mis papá me ayudaron a los gastos, pero luego dejaron de enviarme dinero. Entonces para salir adelante tenía que poner mi negocio, en el que tengo treinta años trabajando de eso”, contó.

Todo este tiempo lo compartió con el boliche y el taller, dedicándole más tiempo a lo primero, pero dejando a cargo a su familia del negocio. Ahora, aunque ya no practica el boliche profesionalmente, se mantiene jugando, pero cuando el tiempo lo permite porque su mayor preocupación está en el trabajo. Entre sus clientes más fieles tiene a compañeros y ex compañeros, del boliche, a quienes con buen trabajo les ha ganado la confianza.