Los diseño exóticos han sido la peor compañía que pudieron haber jamás tenido los clubes de fútbol. Incluso quizá peor que las tribunas vacías, una mala racha o una plaga de lesiones; sin duda ninguno de éstos maleficios pueden perdurar tanto en la memoria del aficionado como el desastre en que los involucra una fea camisa.