La huella de un médico salvadoreño en EE. UU.

El doctor José Edgar Alarcón estudió en la UES y se especializó en aquella nación.

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El doctor José Edgar Alarcón se retiró del ejercicio profesional hace cinco años.

/ Foto Por Gerson S·nchez

Por Susana Joma

2016-12-05 6:00:00

Originario de Juayúa, Sonsonate, José Edgar Alarcón es un destacado médico internista que por varios años lideró una clínica privada que depende administrativamente de la Universidad de Pennsylvania, Estados Unidos, país en donde vive.

Alarcón, quien ahora tiene 75 años y ocasionalmente visita el país para ver la belleza de sus parajes y tomar contacto con sus compatriotas, llegó a Estados Unidos en la década de los 70 con el fin de estudiar un postgrado en Fisiología Cardíaca e Investigación, en el Instituto Cardiovascular asociado con la Universidad de Pennsylvania.

El profesional, quien se jubiló hace cinco años tras 28 de ejercicio profesional en aquella nación, señala que estudió de primero a sexto grado en la escuela de Juayúa, y de séptimo grado a bachillerato en el Colegio Santa Cecilia. 

De los tiempos en el colegio aún recuerda el reto que significaba  pasar con buenas notas los exámenes privados (de Ciencias, Matemáticas y Letras) que estaban establecidos y como el que no pasaba los tres tenía pocas oportunidades de asistir a la universidad.

En 1966, Alarcón se  graduó de la Escuela de Medicina de la Universidad de El Salvador (UES), en donde ejerció la docencia e investigación por cerca de dos años, antes de  marcharse al extranjero a estudiar  su especialidad.

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Explica que sus planes eran los de retornar  para compartir sus conocimientos con las siguientes generaciones de médicos salvadoreños que se formaban en la UES, pero cuando terminó su especialidad ya no pudo  concretar sus planes.

 “Usted sabe, la situación política (del país) en ese tiempo se puso bien difícil, la universidad tuvo mucha turbulencia y al final de eso la cerraron, así que yo quedé varado en los Estados Unidos”, dice.

Si bien en esa época logró conseguir una plaza en la Universidad de Pennsylvania, al final solo pudo permanecer en ese puesto por dos años porque, al no ser un  ciudadano americano, no podía buscar financiamiento para desarrollar investigaciones, que era lo que a él le atraía.

Sin embargo, el entonces joven doctor no se dio por vencido y, dadas las circunstancias, volvió a realizar un año de  internado y dos de residencia en medicina interna en un hospital afiliado a esa prestigiosa universidad estadounidense. Eso le permitió poder ejercer  la medicina clínica en West Chester, ciudad ubicada a 30 kilómetros de Filadelfia.

El doctor Alarcón destaca que la formación de primer mundo que recibió en la Universidad de El Salvador le permitió salir adelante durante sus años de estudio en Estados Unidos, comenta que luchó cerca de ocho años para poder regularizar su situación migratoria, dado que ya tenía esposa e hijas. Y lo logró gracias a una decisión del Congreso de Estados Unidos.  

  Tras 14 años de ejercer en su clínica privada, este médico internista vendió su cartera de clientes a la Universidad de Pennsylvania, que lo contrató para trabajar en una clínica que abrieron con miras a que los médicos en formación adquirieran experiencia en medicina no hospitalaria.

“Estados Unidos había cambiado bastante y era muy difícil ejercer  la medicina solo como lo había estado haciendo, porque las compañías de seguro y las reglas del gobierno habían sido modificadas. Y coincidió (también con el hecho de) que las escuelas de medicina se dieron cuenta de que los estudiantes no tenían suficiente experiencia en la práctica de la medicina ambulatoria”, reseña.

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El médico, quien pese a su trayectoria es un hombre humilde, dice que siente que está en deuda con el país que lo vio nacer, porque no ha podido compensarle la educación que le dio de forma gratuita  a nivel de la primaria y la universidad. Sin embargo, aclara que eso ocurrió no porque él no quisiera, sino porque las mismas circunstancias no lo  permitieron.

Y es que en una de sus visitas al país tuvo una entrevista con un ministro de Salud, así como con el decano de la Facultad de Medicina de la universidad estatal, con la idea de ayudar en un proyecto de voluntariado, pero al final su propuesta no tuvo eco en las autoridades salvadoreñas.

Hoy en día, el doctor Alarcón ejerce el voluntariado en una clínica para personas pobres en Estados Unidos.

En lo personal, considera que ejercer la medicina nunca ha sido un trabajo: “Yo nunca trabajé en mi vida, porque lo que hice era tan satisfactorio, no era trabajo. Lo mismo cuando estaba enseñando aquí, era una labor tan buena que lo hubiera hecho de gratis. Era tan divertido enseñar y se aprendía tanto”.