Nunca antes participó en una competencia culinaria, pero motivado por sus amistades decidió inscribirse para la segunda temporada de Top Chef El Salvador y dejar en pausa su sueño de viajar. Una decisión que valió la pena, pues ganó el concurso.
Así es Marlon Castro, decidido, arriesgado, creativo, pero al mismo tiempo sencillo, una actitud que hasta hoy le ha dado grandes satisfacciones.
¿Pero como llegó al programa? Según cuenta Marlon, uno de sus grandes anhelos es ir a Francia, estar en los mejores restaurantes y aprender de los grandes maestros.
“Estaba preparando el viaje, pero el factor dinero es el que siempre te impide un poco el lograr los objetivos. De hecho, mi idea era hacer un préstamo en algún banco e ir a jugármela allá. En eso un amigo me dijo que venía la segunda temporada de Top Chef, que debía inscribirme por mi talento, porque he viajado por el mundo, conozco recetas…”, dice Castro.
Luego de consultar con otras amistades, pensó: “son 25 mil dólares, ¿por qué no arriesgarse?”. Mandó su currículo, pasó las pruebas y se quedó participando.
La experiencia fue para él algo totalmente nuevo, pues el hecho de convivir con sus compañeros en las grabaciones, las luces y las cámaras es algo en lo que nunca había pensado.
“La experiencia al final fue chévere, compartir con los compañeros, estar siendo juzgados (…) todo el rollo de las cámaras y las luces al momento de cocinar se borraba de mi mente. La verdad es que la pasé bien, fue entretenido, divertido, también un poco cansado, porque las jornadas a veces se extendían más allá de lo planificado”, relata.
Y es que de acuerdo con Castro, esta edición para los concursantes fue más cansada, porque a diferencia de la temporada anterior, la mayoría del programa se llevó a cabo fuera del set.
“Teníamos que salir a veces muy temprano, porque las locaciones estaban lejos, El factor clima también fue pesado, pues estuvimos mucho en la playa o bajo el sol”, apunta.
Además, destaca el hecho de que pudo hacer amistad con todos dentro de la competencia. “Creo que fui el que mejor se relacionó con todos, no tuve problemas con ninguno de ellos, me la pasé bien”, explica sonriente.
Pasión por la cocina y los viajes
Marlon comenzó lavando platos en un restaurante de Santiago de Chile. Al estar entre cocineros y mesas, le gustó el ambiente de trabajo, y le dieron la oportunidad de estar por primera vez dentro de una cocina. Allí comenzó su pasión por los fogones.
Luego de eso, estudió gastronomía en Madrid y trabajó en cocina de barcos. “Allí, el ambiente es un poco pesado, porque se trabaja todo el tiempo. Además, estás en altamar, lejos de tu familia. Pero ya me había acostumbrado, porque la cocina es el mejor trabajo para hacer algo que me gusta, que es viajar”, dice convencido.
Entonces ¿qué siente Marlon al cocinar? Según Castro, existe una armonía entre el pensamiento de lo que va a preparar y el respeto por los alimentos que está manipulando. “Pienso que estoy haciendo arte, porque estoy transformando los ingredientes. El proceso de cocinar me llena y es una pasión que no puedo explicar… Es como cuando un pintor escoge los colores y lo que quiere plasmar”, explica.
La satisfacción final, dice, es ver que los comensales estén satisfechos.
Sobre el título de Top Chef, el joven cocinero dice estar feliz, “porque para mí carrera es como un plus. Es gratificante porque de alguna manera creo que todo el desempeño que he tenido en la cocina está brindando frutos”, expresa.
Y su sueño sigue en pie. Marlon quiere ir a París y formar parte del equipo de cocina de Alain Ducasse, un chef que tiene 22 estrellas Michelin y posee el mayor complejo de restaurantes de lujo del mundo; o de Thierry Marx, otro famoso chef francés, cuya cocina se inspira en la gastronomía molecular. Ellos, a juicio de Castro, son los máximos exponentes de la cocina francesa.
“Ellos han formado a cocineros como Massimo Bottura, que es el mejor cocinero del mundo, y porque desde que me metí a la cocina me llamó la atención la cocina francesa. Soñaba con estar en París, en un restaurante, aún sin saber lo que era la cocina, por toda su cultura gastronómica, por la ciudad, por el arte”, finalizó.