Empresa privada advierte a Trump de riesgos por deportaciones masivas

Indican que afectará la economía si se dan.

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elsalvador.com

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2016-12-09 4:22:00

Tomada por sorpresa por la victoria de Donald Trump en las elecciones presidenciales, la comunidad empresarial de Estados Unidos ha comenzado a presionar al magnate para que abandone sus promesas de deportaciones masivas y otras polí­ticas inmigratorias que los ejecutivos temen puedan perjudicar la economí­a.

La iniciativa, liderada por un grupo que cuenta con el respaldo del multimillonario neoyorquino Michael Bloomberg y el magnate de los medios de comunicación Rupert Murdoch, está dando sus primeros pasos mientras el mundo empresarial intenta entender las verdaderas intenciones de Trump sobre uno de los temas que definieron su incendiaria campaña a la Casa Blanca. Algunos colectivos, como la Cámara de Comercio de Estados Unidos, dudan que el republicano vaya a crear realmente un fuerza de deportación, como sugirió antes de su triunfo en las urnas, para expulsar a los aproximadamente 11 millones de migrantes que se estima están en el paí­s sin los permisos necesarios.

Pero otros están formando equipos con funcionarios públicos y lí­deres de la industria en estados clave para animar a Trump a adoptar una polí­tica inmigratoria más benevolente, aunque sea en nombre del desarrollo económico, si no de la compasión humana.

“Esta elección mostró claramente que los estadounidenses están extremadamente frustrados con nuestro sistema inmigratorio roto”, dijo Jeremy Robbins, director ejecutivo de New American Economy, un grupo en cuyo directorio están Bloomberg, Murdoch y lí­deres de los gigantes Marriott, Disney y Boeing. “Pero serí­a un error equiparar su deseo de que alguien asegure la frontera con el apoyo a la deportación masiva u otras polí­ticas de lí­nea dura que podrí­an devastar la economí­a y socavar los valores estadounidenses”.

En los últimos dí­as, la organización de Robbins presentó coaliciones de lí­deres empresariales y funcionarios públicos que se oponen a la represión de la inmigración — muchos de ellos partidarios de Trump — en Utah, California, South Carolina, Florida y Colorado y formarán más en Arizona, Idaho, North Carolina, Pennsylvania y Texas. Con el respaldo económico de sus directivos, el grupo trabaja para crear una estructura permanente que presione al nuevo gobierno y a los miembros del Congreso en asuntos clave antes incluso de que comience oficialmente el debate en el Capitolio.

Trump sostuvo que la inmigración ilegal constituí­a un peligro durante su campaña, compartiendo en varias ocasiones escenario con padres de niños asesinados por migrantes que estaban en el paí­s sin los permisos pertinentes. Además prometió construir un gran muro a lo largo de la mayorí­a de los 3.180 kilómetros (2.100 millas) de frontera con México. Y antes de eso, se comprometió a crear una “fuerza de deportación” para expulsar a más de 11 millones de personas en situación irregular en el paí­s, aunque a medida que se acercaba el dí­a de las elecciones, dejó abierta una puerta a una ví­a para legalizar la situación de algunos de los que entraron al paí­s de forma irregular.

El equipo de transición del empresario de bienes raí­ces declinó responder preguntas sobre sus planes para la inmigración ilegal esta semana.

En una entrevista con la revista Time publicada esta semana, Trump dejó caer que podrí­a adoptar un enfoque más suave diciendo que iba a “buscar una solución” para ayudar a los inmigrantes que entraron a Estados Unidos sin permisos siendo niños y que consiguieron permisos de trabajo durante el gobierno de Barack Obama. Sobre las deportaciones, Trump dijo al programa “60 Minutes” poco antes de la elección que darí­a prioridad a la expulsión de entre dos y tres millones de “personas que son delincuentes y tienen antecedentes penales… miembros de pandillas, narcotraficantes”. Un plan de este tipo se asemejarí­a mucho a la actual polí­tica de Washington.

La victoria de Trump pilló desprevenida a la comunidad empresarial.

Los lí­deres empresariales habí­an pasado mucho más tiempo coordinando polí­ticas inmigratorias con la candidata demócrata Hillary Clinton antes de la votación. Casi nadie habí­a tenido contactos regulares con el equipo de transición de Trump a pesar de que la polí­tica inmigratoria habí­a sido uno de los pilares de su campaña.

“Va a tomar cierto tiempo”, expresó Daniel Garza, director ejecutivo de la LIBRE Initiative, que apoya la idea de despejar el camino de los inmigrantes irregulares hacia la ciudadaní­a y se opone a las deportaciones masivas. “Mientras tanto, vamos a tener que asegurarnos de que nos escuchan”.

Trump enfrenta presiones polí­ticas de ambos bandos. Sus partidarios más apasionados difí­cilmente acepten un gobierno que adopte las polí­ticas tolerantes que postulan los empresarios.

“Perderí­a credibilidad”, opinó Dan Stein, presidente de la Federation for American Immigration Reform (Federación para una Reforma a las Leyes de Inmigración), que postula polí­ticas inmigratorias rí­gidas.

Alentado por el hecho de que Trump incorporó a Jeff Sessions, un senador de lí­nea dura en el tema de la inmigración ilegal, Stein dijo que el presidente electo deberí­a impulsar deportaciones masivas para proteger a los trabajadores estadounidenses.

“Con Donald Trump, esta coalición empresarial de izquierda y derecha no va a funcionar”, afirmó.

Grupos empresariales, no obstante, señalan que varios expertos pronostican consecuencias negativas para la economí­a si Trump deporta grandes cantidades de inmigrantes irregulares. Un estudio difundido en febrero por la American Action Network, de derecha, concluyó que ello reducirí­a “el PBI un billón de dólares” y le costarí­a a los contribuyentes más de 400.000 millones de dólares.

Esta postura parece tener el apoyo de la opinión pública.

Si bien el Pew Research Center indicó a mediados de año que ocho de cada diez personas que votaron por Trump quieren un muro a lo largo de la frontera entre Estados Unidos y México, una encuesta de octubre señaló que el 60% de los partidarios del magnate opinaron asimismo que se deberí­a permitir que las personas que ya están en el paí­s se queden si satisfacen una serie de requisitos. Solo un tercio de los partidarios de Trump dijeron que habrí­a que deportar a todos los inmigrantes irregulares.