A Takako Fujii, una joven del programa de voluntarios de la Agencia de Cooperación Internacional Japonesa (JICA), su sonrisa franca y su carácter amistoso, pero sobre todo el dominio de los conocimientos sobre ciencias, así como la manera de compartirlos le ha granjeado el cariño y respeto en el Centro Escolar Profesor Francisco Morán.
Tras llegar hace un año a ese centro educativo, ubicado en San Miguel de Mercedes, Chalatenango, la voluntaria motiva a los docentes que imparten la asignatura de Ciencias Saludo y Medioambiente, en segundo y tercer ciclo de educación básica, para que enseñen Física, Química y Biología en forma práctica, mediante el uso de materiales reciclados que estén a su alcance.
Takako, quien estudió Geología en la Universidad de Niigata y se especializó en la enseñanza, en los últimos días ha apoyado a 40 docentes de tercer ciclo y bachillerato que laboran instituciones educativas de municipios vecinos, como Potonico y San Francisco Lempa, entre otros. Esto siempre con la visión que rompan el esquema de enseñar solo la teoría.
“Me gusta el trabajo aquí. Estoy enseñando experimentos a los profesores y también a los alumnos…”, detalla.
Esta maestra japonesa de 24 años sostiene que el sistema educativo salvadoreño enfrenta serios retos, y uno de ellos es precisamente la deficiencia en la formación en el campo de las ciencias. Según indica, tanto docentes como alumnos “tienen que investigar más y practicar”.
Otra de las debilidades que identifica es que si bien los educadores y los niños tienen acceso a algunas herramientas tecnológicas no la están utilizando de forma eficiente para la búsqueda del conocimiento científico, sino como un distractor.
“Tienen computadores pero no los usan para investigar y estudiar, solo para enviar mensajes y juegos”, señala.
Sin embargo, a criterio de la voluntaria nipona, para que El Salvador logre mejoras en el campo de la educación se requiere un cambio de actitud de los docentes y niños. Esto en el sentido de que tienen que ser más proactivos en sus tareas. Y es que según apunta, muchos escolares de distintas edades no muestran mucho interés en aprender.
“Falta motivación y ganas de estudiar”, subraya, en alusión a lo que ha podido observar entre la población estudiantil local.
Takako Fujii, quien al regresar a su país dentro de un año piensa trabajar como docente de Ciencias en una escuela secundaria, ha compartido aspectos de su cultura con los profesores y alumnos del Centro Escolar Profesor Francisco Morán. Por ejemplo les ha enseñado algunas palabras en Japonés; a elaborar figuras de origami; a preparar algunos platillos como sushi, curry con vegetales y pollo, así como arroz blanco, entre otros.
Sin embargo, esta educadora también ha sumado experiencias que podrá compartir con sus amigos y futuros alumnos en Niigata, el estado donde vivía antes de convertirse en voluntaria.
Confiesa que ha quedado encantada con las pupusas de maíz, especialmente las que están rellenas de ajo y queso, al punto que ya aprendió a prepararlas. No es de extrañar que un día se las prepare a su madre, quien es profesora de ropa tradicional de Japón.
Aunque ha probado los mangos verdes aderezados con sal, no oculta su preferencia por los maduros. Comenta que como hay un árbol de este fruto en el patio de la casa en donde se hospeda, ella aprovechó para degustar bastantes en la reciente temporada. Eso no es para menos, pues de acuerdo con sus palabras, en aquella nación una de estas frutas cuesta alrededor de cinco dólares.
Elizabeth Antonia Jiménez Serrano, directora del centro escolar en donde la voluntaria nipona tiene su base, detalla que el aporte que ella da en esa institución es “excelente” porque ella está utilizando los recursos del huerto escolar para enseñar a los profesores y niños.
“Ella siempre está rodeada de niños, incluso de primer grado. Ellos la quieren mucho”, señala Jiménez Serrano.
Makoto Ohno, coordinador del programa de voluntarios del JICA, dijo que Takako es una de cerca de 32 japoneses que desarrollan tareas de voluntario en El Salvador en el campo de educación, salud y desarrollo rural. De hecho es una de las más jóvenes del grupo señaló.
Julia Rivas de Umaña, maestra del Instituto Nacional de San Francisco Lempa, dijo que el curso impartido por Takako es de gran importancia para ellos y para el servicio que brindan, pues muchas veces ellos se enfocan en dar teoría sin nada de práctica.