Con mucha devoción y solemnidad, centenares de personas acudieron ayer a la Basílica de Guadalupe, en Antiguo Cuscatlán, para celebrar las vísperas del Día de la Virgen de Guadalupe.
Una de ellos fue Martina Durán, de 88 años de edad, quien junto a su nietos y bisnietos viajó desde la ciudad de Ilopango, para venerarla y agradecerle por haberla sanado de dos derrames cerebrales que le cayeron a principios de año.
“Esta peregrinación la estamos realizando para agradecerle a la Virgen por la salud que le ha brindado a mi bisabuela y por el milagro de sanarla, después de haber padecido dos derrames celebrales”, dijo Jessica de Mejía.
“Le prometimos a la Virgen traerla vestida de india a mi bisabuela y ahora estamos cumpliendo la promesa”, afirmo. La octogenaria era acompañada por su bisnieta de 3 años Adriana Gualupe Mejia.
Como ellas, son cientos de familias que llevan a sus parientes a cumplir la promesa de agradecer a la Guadalupana por los milagros, sobre todo de sanación, que les ha cumplido.
Agua bendita para todos
Desde hace 5 años el diacono Juan Monterroso, originario de Guatemala, se ha encargado de bendecir a las personas que visitan la Basilica.
El pertenece a la Congregación de Padres Somascas y tiene seis años de vivir en el país.
Equipado con un ramo de mirtos y un balde, insistentemente rocía agua bendita a los fieles, quienes hace fila frente al atrio de forma ordenada para recibir la bendición.
Durante las visperas y el propio día de la celebración, debe pasar de pie varias horas soportando los rayos del sol. Su única protección es un sombrero que le brinda un poco de sombra.
“Esta jornada es muy extenuente fisicamente, pero vale la pena observar la devoción y alegría de los fieles al recibir la bendición”, dijo el religioso. En todo el periodo de la celebración, se utiliza un promedio de 3 toneladas de agua bendita para servicio de los fieles.