Era tan ciego Marx en 1848 como ahora Maduro y aliados

Como declaró ANEP, el gobierno debe poner fin a sus campañas y agitación contra los sectores de trabajo, pues son ellos los únicos que generan los bienes, servicios y recursos que mueven el país. 

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2016-12-11 6:41:00

El grupo en el poder no le desvela tanto la corrupción, o la violencia pandillera, o el narcotráfico ni el creciente desempleo, cuanto primordialmente lo que hacen los productores, lo que dicen sus gremiales y lo que sentencian los magistrados de la Corte Suprema.

Tampoco hay quienes crean que es el Ejército el que está montando ataques contra la Corte Suprema, pues a las claras los que marchan, despotrican, acusan y amenazan son lo grupos de choque efemelenistas, parte de los casi cuarenta mil sujetos que de la noche a la mañana entraron en los presupuestos estatales.

Como declaró ANEP, el gobierno debe poner fin a sus campañas y agitación contra los sectores de trabajo, pues son ellos los únicos que generan los bienes, servicios y recursos que mueven el país, los que sostienen las masas que constituyen el “voto duro” del oficialismo.

Sin los avicultores, puede preguntarse, ¿de dónde saldrán los pollos que un rotundo ministro devora día a día cargándolos al erario salvadoreño?

Lo mismo se puede decir de los productos que mañana a mañana, sin planificadores, llegan a las mesas de los salvadoreños, de los vehículos y personal de transportes, los que empacan, venden, intercambian… y lo hacen sin recibir subsidios, sin que los sobornen para esto o aquello, sin más motivación que ganarse honestamente el pan con el sudor de su frente para sostenerse y sostener a sus familias y al país.
 

¿Cómo explican el éxito
de los que sólo usan ideas?

El grave problema de los efemelenistas es que una cosa es el mundo que pintó Marx hace ciento cincuenta años, un mundo que (en apariencia) nítidamente se dividía en “explotados” (los trabajadores) y “explotadores” (los dueños de los medios de producción) y que planteaba una simple salida: que los trabajadores se tomen los medios de producción y todos seremos felices.

Pero inclusive entonces el crudo modelo marxista tenía serios huecos, como ejemplo:

¿Qué hacer con el ejército de contables, ingenieros, financieros, los que montan espectáculos, los directores de orquesta, los pintores que venden sus cuadros y ganan mucho dinero sin gastar más que en pinturas y pinceles?

¿Qué hacer con las vedettes que cantan, enloquecen a sus públicos y tienen al mundo a sus pies?

¿Qué hacer con los comerciantes que compran en un país, venden en otro y ganan o pierden dinero al hacerlo?

Pero además, si una empresa tiene pérdidas, ¿deben éstas cargarse a los trabajadores si otra empresa con igual número de laborantes gana dinero?

En los tiempos de Marx, que era tan fanático e intolerante como Maduro y sus aliados, no existían los emprendedores que sin ser dueños de una sola máquina ponen en pie un imperio conjugando a proveedores de materiales de la India, diseñadores de productos coreanos, centros de distribución en México…

El modisto es un buen ejemplo: escoge las telas, hace los diseños, entrena las modelos, organiza las pasarelas y luego vende eso que surgió de su cabeza a costureros de diversas partes del mundo.

Sin “los burgueses” y sin “el imperialismo” que existe, pero en forma distinta de lo que imaginan la extrema izquierda criolla, el efemelenismo y sus seguidores se quedan en el aire, dando palos locos a piñatas que ellos mismos fabrican para entretenerse y entretener a otros ciegos iguales.