Los deportados quieren ???volver a intentarlo???

Todos los días, vía aérea, El Salvador recibe hombres y mujeres deportados desde Estados Unidos.

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Familiares de algunos de los deportados los espera en las afueras del aeropuerto Internacional de El Salvador.

/ Foto Por Mauricio Cáceres

Por Mauricio Cáceres

2016-12-13 6:30:00

La zona donde los deportados desde Estados Unidos son recibidos por las autoridades salvadoreñas en el Aeropuerto Internacional de El Salvador tiene la etiqueta de “Área de Retorno Aéreo”. Hasta ahí llegan los vuelos federales de Estados Unidos, cinco días a la semana, transportando entre 80 y 130 hombres y mujeres con el sueño americano truncado.

Es 15 de noviembre y el vuelo programado para aterrizar a las 12:00 meridiano llega a las 2 de la tarde.

El recinto que recibe a los pasajeros de esos aviones no es tan pequeño, sino lo suficientemente amplio como para tener aire acondicionado y diminutos cuartos donde tres oficiales de migración entrevistan a los retornados. Hay una clínica y un espacio con juguetes y libros para los niños. En un espacio designado a la PNC, los pasajeros pasan a que les tomen las huellas y se verifique si tienen algún antecedente criminal en el país.


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El avión de la World Atlantic Flywaa aterriza. Los primeros en bajar de la aeronave son agentes de migración de EE. UU. El personal de la Dirección General de Migración y Extranjería los recibe, intercambian palabras, y corre a ubicarse en cada una de las áreas que recorrerán los recién llegados. Dos pupusas y una gaseosa o jugo son el festín de bienvenida.

Cuando todo está listo, bajan varias mujeres vestidas tal y como las sorprendió la Patrulla Fronteriza en Laredo, Texas. Algunas se tapan el rostro cuando observan el lente de la cámara apuntando hacia ellas.

De entre todos los pasajeros de este avión, solo uno es entregado por oficiales estadounidenses a  las autoridades salvadoreñas para que verifiquen sus antecedentes penales. Los demás hombres deportados bajan con una sonrisa fingida o con la decepción en el rostro. Lo primero que hacen es    usar los baños portátiles que hay en la pista.

Al entrar al área de Retorno Aéreo, reciben dos pupusas y una gaseosa. Mientras comen, un oficial de migración local les da la bienvenida y les explica el proceso a seguir antes de que abandonen el aeropuerto. Algunos, aprovechan la charla para buscar y reunir sus pertenencias: carteras, teléfonos, cinchos y otros objetos que entregaron antes de iniciar el viaje.


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“¿Alguien es ‘full english’?”, pregunta un funcionario, agregando que de ser así, es posible que le consigan empleo. Los funcionarios también verifican si alguien viene enfermo, para pasarlo a clínica. Después, los retornados hacen largas colas para pasar a un registro con personal de Migración y la PNC, que verifica si tiene o no antecedentes penales.

Algunos sonríen, otros se avergüenzan de que los vean volver. No falta quien dice: “Voy a volver a intentarlo”. Los oficiales de migración reconocen a quiénes han cumplido estas palabras: “¡A usted, con esta son tres veces que regresa!”. Si un retornado no trae dinero, los funcionarios les entregan lo necesario para los pasajes de bus. Después, un microbús los reparte en las  terminales capitalinas de Oriente, Occidente y Del Sur. 

Aunque no falta quien deje el aeropuerto solo y por su cuenta, afuera del recinto, diez metros separan a quienes esperan a los familiares que vienen con regalos en vuelos comerciales desde Estados Unidos y a las familias que esperan a quienes no lograron pasar la última frontera en busca del sueño americano.