El pastorcito, molinero, el panadero, alfareros, la mujer del pozo, ovejas, vacas, la Siguanaba, el Cipitío y otras figuras más de barro pueden observarse en la casa de Blanca Pérez, ubicada en el municipio de Apastepeque, San Vicente.
Y es que tradición, amor, esperanza, fe y espíritu navideño, se respiran en el hogar de Blanca de 52 años de edad.
Ella asegura que desde pequeña lo más fascinante de esta época era arreglar el Nacimiento junto a su familia y aún siente la emoción que sentía de niña, ya que la Navidad es su época favorita.
Ahora su padres están ancianos, pero ella año tras año sigue con la tradición.
Asegura que su máximo tesoro y la más grande herencia que tiene es la figura del Niño Dios, ya que tiene 70 años de estar en su familia.
“El Niño Dios tiene más de 70 años, mi mamá lo compró, ni había nacido yo”, comentó.
Manifestó que con el pasar del tiempo, las demás piezas se han cambiado, pero este se ha mantenido por el valor espiritual que tiene.
Hace seis años empezó a agrandar más el misterio del Nacimiento. En la actualidad mide cerca de seis metros de largo y cuatro de ancho.
Blanca dice que todos los años compra nuevas piezas para agrandarlo más. Actualmente tiene cerca de 300 piezas, entre ellas animales, casas y personajes que representan diferentes oficios de la época.
“Yo siempre crecí en este ambiente navideño, mi familia siempre ha hecho Nacimientos grandes por eso yo hago el mío así todos los años”, dijo.
Blanca contó que inició el 1 de diciembre a colocar cada muñequito en su lugar y le llevó cuatro días terminarlo.
Las puertas de su casa están abiertas para cualquier persona que quiera apreciar su tesoro, sin costo alguno.
La Villa Navideña
Blanca también ofrece a quien la visita, la magia de una Navidad norteamericana a través de su Villa Navideña.
Esta villa la inició con una juego de cinco casitas que compró hace 20 años.
Por ellas pagó 35 colones. Sin embargo, asegura que la máxima atracción es el tren, puesto que este gira alrededor de toda la villa.
Otras piezas que la forman son las ruedas, carrousel, arbolitos de navidad y muñequitos que representan el amor que debe compartirse en este periodo del año.
Un Santa Claus que fue comprado hace 18 años por ella, es otra de las piezas que destacan de la Villa, la cual está formada por más de 500 figuras.
Invirtió una semana para dar forma a la Villa, pero asegura que vale la pena cada minuto dedicado a ello, puesto que disfruta la alegría y admiración que expresan los niños al ver “tantos muñequitos porque es algo que no es común aquí”, explicó.
Esta idea nació hace 20 años, después de un curso en decoración navideña que recibió Blanca, ahora su casa es conocida por la tradición y fe del catolicismo e inspiración de películas o cuadros que muestran cómo se vive la Navidad en otros países.
Admite visitas desde las nueve de la mañana hasta las 9 de la noche.
Quien asiste puede disfrutar de la creatividad de doña Blanca, hasta el dos de febrero que es el día de la Virgen de Candelaria, ya que ella considera que hasta esta fecha termina la época navideña.