¡Diciembre, el mes en que celebramos el nacimiento de Jesús, nuestro Dios, Señor y Salvador! Y como preparación a esa fecha, le anteceden otros eventos de gran importancia y tradición.
Tuvimos el tiempo de Adviento (que este año inició el 27 de noviembre), esos cuatro domingos anteriores al 25 de diciembre, en los que recorremos resumidamente el misterio de Dios hecho hombre. Pero también hay otras fiestas que, vividas con devoción, nos preparan para el gran acontecimiento, muchas dedicadas a la Virgen María, a quienes los católicos reconocemos como Madre de Dios y madre nuestra.
Celebramos con gran pompa el día de la Inmaculada Concepción de María (8/Dic) y el de Nuestra Señora de Guadalupe (12/Dic), fiestas muy conocidas. Pero no son las únicas. Por ejemplo:
El 2 de diciembre celebramos a Nuestra Señora del Gozo (Liesse), devoción iniciada, según la leyenda, en 1134 en Egipto, cuando el sultán quiso inducir a la apostasía a 3 hermanos cristianos, enviando para ello a su propia hija, Ismenia, una bellísima joven; pero, contrariamente, fue ella quien se convirtió al oír hablar de la Virgen, pidiendo que le esculpieran una imagen. La Virgen hizo que sus ángeles volvieran radiante esa imagen, y la llamaron “del gozo”. Posteriormente, cuando Ismenia y los 3 jóvenes iban a ser ejecutados a causa de su fe, fueron transportados por Ella – durante un sueño profundo – hasta Francia. Allí le construyeron un templo, siendo muy venerada, incluso por los reyes franceses. La imagen original fue destruida durante la revolución francesa, pero se coronó una nueva estatua en 1857.
El 10 de diciembre conmemoramos a Nuestra Señora de Loreto, una tradición del siglo XIII, que nos cuenta que la Santa Casa donde nació la Virgen María, en donde recibió el Anuncio de la Encarnación del Hijo de Dios y en donde vivió con Jesús y San José, fue trasladada en el año 1291 desde Nazaret a Tarseto (en Dalmacia, Croacia), para ser protegida y resguardada de todo peligro, porque Palestina había sido invadida por los mamelucos. Dentro de la casa se venera una pequeña imagen de la Virgen con el Niño en brazos. La casa sufrió diferentes traslados, algunos realizados por los ángeles, hasta que, desde el siglo XIV, la Santa Casa se encuentra dentro del templo levantado en Loreto, Italia, donde es muy visitada.
El 18 de diciembre celebramos la gravidez de María, la dulce espera, la esperanza del nacimiento del Mesías, bajo la advocación de Nuestra Señora de la Expectación. Las antífonas marianas del rezo de vísperas comienzan todas con la exclamación “¡Oh!” (Oh! Sapientia, Oh! Adonai, Oh! Enmanuel… veni!) por lo que sus devotos la llaman “Nuestra Señora de la O”.
Y, por supuesto, tenemos la Noche Buena, en que esperamos junto a Nuestra Señora el nacimiento de Nuestro Salvador. Luego, el gran día de Navidad. Después, en el intermedio entre Navidad y Año Nuevo, la gran celebración de la Sagrada Familia, que este año será el 30 de diciembre, una hermosísima y apropiada ocasión para reunir nuevamente a nuestros seres queridos.
Cuántas ocasiones se nos presentan para prepararnos a recibir, como es debido, al Rey de Reyes, Dios hecho niño en el seno virginal de María. Que Él nos colme de bendiciones y se apiade de este pequeño país que, indignamente, lleva Su nombre.
*Columnista de El Diario de Hoy.