Ella no puede ver, no distingue, los médicos le dieron el alta y me dijeron: “la niña en cualquier momento puede morir, porque no tiene vacunas, le ha dado chikunguña, no tiene defensas de nada’. Los médicos me decían que no había nada que hacer ni en este país, ni en cualquier parte del mundo”, describe Yensi Molina al explicar la situación de su hija, Esmeralda. Al conocer el diagnostico, el progenitor de Esmeralda las abandonó, cuenta la madre.
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La niña nació sin cerebro, tiene hidranencefalia. Su perspectiva de vida era de meses … según los médicos, pero la pequeña cumplirá diez años el próximo año.
Recientemente, la madre llevó a la niña al hospital Bloom para que le ayuden a aliviar el dolor de la pequeña y para que evalúen su grado de nutrición. El resultado de la visita fue una referencia para que le revisen los dientes y la evalúe el pediatra.
Regalo 6. La caridad transformada en pan y sopa
Ella tenía la esperanza de que le ayudarán con la deformación de la columna de la niña y le dieran medicamento para la nutrición. No sucedió. Yensi regresó con su hija al cuarto de alquiler, en la colonia Las Brisas de Guazapa, donde viven desde hace seis años.
Esmeralda es la segunda hija de Yensi, la parió a los 19 años. Su primera hija fue producto de una violación, cuando tenía 15 años.
En ese segundo embarazo, no tuvo control prenatal, acaba de tener a Rossmery y todo le había salido bien.
Regalo 5: La felicidad de un niño y la unión familiar
Esmeralda nació en febrero de 2007 en el hospital público de Maternidad.
“Cuando la niña nació parecía normal. Nadie noto nada, ni los médicos. A los dos meses exactos la niña comenzó a irritarse, no la podía controlar. La lleve a la unidad de Salud y me refirieron al hospital Bloom”, narra la madre.
En el 2007 , las máquinas de tomografías y resonancias estaban arruinadas en el hospital, según recuerda Yensi.
“Espere cuatro días para que le realizara los exámenes. Al final determinaron que la niña no tenía cerebro. Luego le hicieron un examen que determinó que solo tenía el árbol de la vida. Según lo que el neurocirujano me explicó es lo que va adentro del cerebro. Eso es lo único que tiene. No tiene más nada”, explica la mujer. En el lugar del cerebro hay sacos de líquido raquídeo.
Regalo 4. El amor vestido de blanco y cosido con ternura
Según el neurocirujano Ernesto Herrera Magaña, el paciente con hidranencefalia “puede que escuche, es probable que no vean, pueden haber participaciones primitivas pero con base a una respuesta primitiva al placer, como la sonrisa o el dolor”.
Esas respuestas inconscientes convertidas en sonrisa son suficientes para que Yensi agarre fuerzas todas las mañanas y continúe cuidando de su hija.
“Lo único que me dijeron (cuando la niña tenía dos meses) es que le podía poner una válvula para que el líquido que tenía en la cabecita lo drenara hacia la orina”, explica la madre.
Regalo 3. Esperanza y amistad en tiempos difíciles
Por siete meses, Yensi vivió en el séptimo piso del hospital Bloom, mientras la niña se recupera de la operación en su cabeza.
“Fue difícil para mí, porque durante los primeros meses mi familia, me iba a ver al hospital. Pasado el mes y medio, mi familia ya no se acordaba de mí. Tuve que comenzar a vender las cosas que yo tenía, por ejemplo mi vehículo. Estando en el hospital, yo gastaba en comida, en pañales desechables porque en esa época no daban”, recuerda.
Además tenía que comprar medicamento “porque ahí nunca había unas gotas pediátricas (simeticona), la epamin”, dice la joven.
El cansancio, el mantenerse encerrada en el hospital todos los días le parecieron eternos a Yensi. A pesar de eso, “no me despegué de mi hija, porque sentía miedo de dejarla. Ahora, la veo y digo que valió la pena. Valió la pena lo que he hecho y le doy gracias a Dios por darme la fuerza que tengo, porque no es fácil, la niña a veces pasa hasta siete días sin dormir” , confiesa.
Regalo 2. La vida de María José y la fe de los padres
La salud de la niña se ha deteriorado, su columna y pies están curvos, las costillas se le han deformado.
Confiesa que dejó de llevarla al Bloom porque cada vez que estaba ahí le hacían punciones lumbares.
“Sentía que era innecesario, porque los médicos me decían que no había nada que hacer ni en este país, ni en cualquier parte del mundo. Si tuviera las posibilidades para que la niña tuviera una mejor calidad de vida, lo haría”, declara al sentirse impotente de no poder ayudar más a su pequeña, solo puede cambiarla de posición en la cama y cargarla para que no tenga llagas por tanto pasar postrada.
“Yo voy a la iglesia para adorar a Dios, para que mi hermana caminé”, dice Rossmery, de 12 años y hermana de Esmeralda.
Regalo 1. Lecciones de humildad y ternura desde la oscuridad
Hace cinco años, Yensi sacó a su hija del séptimo piso del hospital Bloom.
“Los doctores me querían entubar a la niña porque me decían que iba a llegar un momento en el que no iba a tragar, ni comer, y que se me iba a ser más fácil para darle de comer por el tubo. No quise que le hicieran el proceso porque creí que iba ser más costoso para la niña. Veía unos niños que tenían el tubo y se les iba de paso la comida, pero no la saboreaban. Entonces agarre a la niña y la saque a escondidas. Siento que si hubiera seguido ese proceso se me hubiera muerto”, manifiesta.
La comida de la niña es licuada, similar a la que se da a un bebé de seis meses. La madre le prepara comidas amargas, dulces, ácidas. Le encanta la leche y el pediasure.
Para Yensi ver a su hija con casi diez años de edad es todo un acto de amor. “Mi hija todavía respira, y si tiene complicaciones, pero está viva. Yo voy a dar todo por mi hija, si es posible hasta la vida” .
Si quiere ayudar a Yensi Molina su número de teléfono es: 7518-1418
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