???Gracias a Dios hoy tenemos la comida segura y para las tortillas???

Una mujer de 90 y su compañero, de 88 años, residentes en Zacatecoluca, agradecen a Dios y a las personas que les han regalado comida y ropa. No dejan de sonreír a pesar de vivir en la pobreza.

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Bernabé Rivera Durán y José Raúl Medrano de 90  y 88 años.

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Por ??scar Iraheta

2016-12-28 6:11:00

La fachada de la casa de Bernabé Rivera Durán y José Raúl Medrano, de 90  y 88 años, ha sido remozada. Hay menos chatarra de hierro, botellas, latas, y el techo de la vivienda está firme y sin goteras. Ella luce un vestido nuevo estampado con flores y fondo negro. Él no deja sus pantalones holgados. Tenían años de lucir y sentirse diferentes. Se sienten a veces que están en otro lugar, pero no, están en la misma vivienda con la diferencia que ahora su vecino la arregló con la ayuda de personas altruistas.    

  

Sus ánimos están elevados. Ambos conservan la risa que los caracteriza, sobre todo cuando doña Bernabé le reclama a don José sobre los supuestos piropos que  él hace a mujeres en las calles.


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 “Son bromas, ya no tengo celos de este viejo. Lo hago por molestar”, dice la anciana al tiempo que lanza una débil carcajada.  

Ellos son pareja desde hace medio siglo y durante 18 años, han caminado 20 kilómetros diarios aproximadamente, buscando latas y botellas de plástico, en la peligrosa y tórrida carretera Panamericana en el municipio de Zacatecoluca, La Paz. Lo hacen para venderlos. 

El Diario de Hoy buscó a los ancianos y publicó su historia, la cual provocó conmoción en miles de lectores en internet.  Empresas, personas altruistas y oenegés  colaboraron con las necesidades básicas a las que no tenían acceso los ancianos desde hace mucho tiempo.  

Desde hace unas semanas , tienen un poco de arroz, frijoles, aceite y otros productos de comida. También duermen en camas de mimbre  con colchonetas. Las que tenían las quemaron, estaban sucias e inservibles.   

“Cuando salió el reportaje nos llamaron amigos y familiares de Estados Unidos y otros lugares. Estaban admirados. Ellos nos ayudan de vez en cuando pero no es siempre. Es triste decirlo pero es nuestra realidad”,  dice don José. 

Puedes leer: Ancianos caminan 20 kilómetros diarios en busca de aluminio

Los ancianos han dejado de hacer la comida en aquella cocina de lodo y en condiciones de insalubridad.  Su vecina, una señora que los conoce desde hace muchos años, se preocupa por prepararles los alimentos en una cocina de mesa que también fue un regalo de personas que ayudaron a salir a los ancianos de la pobreza. Ellos no la usan porque les da miedo. Nunca han usado una similar. 

“Gracias a Dios tenemos quién nos ayude. Nuestros vecinos lo hacen sin ningún interés. y eso se lo agradecemos mucho. Ellos están pendientes de nuestra salud”, expresan. 

Don José dice que desde que les colaboran,  pocas veces salen a las calles a buscar aluminio y botellas, pero deben hacerlo para conseguir para las tortillas y comprar medicinas. 

Sus pies siguen dañados y sucios por los miles de kilómetros que han caminado por años.  No tienen otro ingreso económico más que ganarse la vida de esa forma. 

“Siempre salimos a la calle a buscar latas, aunque ahora caminamos un poco menos porque mi esposa ha estado un poco enferma de la vista y yo de una pierna. Siempre muchas personas se detienen a regalarnos aluminio y otras cosas. Si dejamos de salir nos vamos a enfermar”, comenta el anciano. 

La pareja de señores vive mejor que antes. La cena de Navidad la disfrutaron juntos. Su vecina les preparó pollo con salsa navideña y un poco de arroz.  Se durmieron a la 1:00 de la mañana porque se divirtieron escuchando música. 

“Gracias a Dios seguimos acá con vida, con mucha pobreza pero al menos respiramos y eso es ganancia. Lo que nosotros pedimos es que nuestra muerte no sea dura ni difícil. No queremos sufrir. Queremos morir en paz y con la satisfacción que luchamos hasta el último momento de la vida”, sostiene don José. 

Ahora dicen que esperan disfrutar el fin de año juntos con otra cena, para comenzar otro año, en el que seguirán caminando las calles en busca de materiales reciclables, para tener un poco de dinero para la comida. Pero también contentos y agradecidos.