German Granados, a sus 78 años de edad, se resiste a dejar de trabajar en la finca El Pacayal, del cantón San Isidro, en el municipio de Chinameca, San Miguel.
El hombre tiene 10 años de dedicarse a las labores de limpieza y poda en plantaciones del café, estanques de captación de agua y el patio de la finca.
Es originario del municipio de San Jorge, San Miguel, y su cuerpo, ya se ha encorvado de tanto trabajar agachado con su rastrillo y machete, algo que para él significa ganarse el pan de cada día.
“Aquí trabajo y vivo en la finca, tengo que rebuscarme para ganar para los frijolitos, este trabajo es bien pesado, pero Dios me da fortaleza”, asegura el septuagenario.
Agrega que “los años pesan y la artritis me está afectando, no hay pomada que no haya usado para aliviarme, pero nada me hace efecto”.
Con todos sus achaques se levanta a trabajar desde las 6:00 de la mañana hasta las 2:00 de la tarde que termina la jornada.
Dice que las nuevas generaciones deben aprender que el trabajo dignifica al hombre y que, además, es un mandato de Dios.