La democracia, la libertad, no se negocian; se atesoran, se defienden, se lucha por ellas.
Como una concesión previa al “diálogo”, la dictadura venezolana liberó a cinco líderes opositores que arbitrariamente y como parte de los atropellos a las leyes y a la gente había encarcelado, gesto que encaja con las conversaciones que promueven tanto el Papa y un grupo de expresidentes hispanoamericanos.
Pero la democracia al igual que el Orden de Derecho y los principios morales no son resultado de “diálogos” o entendimientos, sino que son condiciones y el fundamento de la vida civilizada, de lo que tutela la dignidad humana.
Ninguno de nosotros quiere poner en manos de delincuentes o fanáticos su derecho a pensar, a expresarse, a moverse libremente dentro de su país, a labrarse su bienestar o ser responsable de sus aciertos como de sus errores.
El narcodespotismo de Maduro viola la Constitución venezolana
Hace pocos días se publicó en Caracas un artículo firmado por Luis Ugalde, que expone con claridad y patriotismo la aberrante situación que viven los venezolanos y las inaceptables posturas de la narcodictadura. Dice Ugalde:
“La justa la rebelión contra los gobiernos tiránicos es una doctrina católica milenaria y un derecho humano fundamental. La justificación ética base de todo gobierno es su condición de medio necesario para lograr el bien común. Por eso, cuando el régimen se convierte en instrumento del mal común, del conjunto de los ciudadanos y los agrede con un gobierno de creciente pobreza, corrupción, inseguridad y manejo de lo público como botín privado, ya es dictadura.
“Hace mucho tiempo que era clara la condición dictatorial del régimen imperante en Venezuela, pero las desvergonzadas decisiones de la semana pasada para impedir el revocatorio presidencial, ponen en evidencia un radical atentado contra la democracia social venezolana.
“Los artículos 2 y 3 de la Constitución (de Venezuela) definen la naturaleza y fines de nuestra democracia y los deberes de su Estado y gobernantes. Los viola el Ejecutivo apoyado en el uso servil del Poder Judicial, Electoral y de la Fuerza Armada: ya no estamos en “un Estado democrático y social de Derecho y Justicia”, ni hay “preeminencia de los derechos humanos, la ética y el pluralismo político” y el gobierno no está ordenado a defender “la vida, la libertad, la justicia, la igualdad, la solidaridad y la democracia”, sino a imponerse y mantenerse en el poder (Const. Art. 2).
“En consecuencia, este régimen atenta contra los fines esenciales del Estado democrático venezolano como son “la defensa y el desarrollo de la persona y el respeto a su dignidad y el ejercicio democrático de la voluntad popular, la construcción de una sociedad justa y amante de la paz, la promoción de la prosperidad y bienestar del pueblo” (Const. Art. 3).
“Esto desata y activa en todos los demócratas un deber, una obligación: salir del régimen dictatorial. Es un derecho y un deber humano fundamental, aunque no esté escrito en ninguna parte. Pero en Venezuela además está recogido en el artículo 350 de la Constitución: “El pueblo de Venezuela, fiel a su tradición republicana, a su lucha por la independencia, la paz y la libertad, desconocerá cualquier régimen, legislación o autoridad que contraríe los valores, principios y garantías democráticas o menoscabe los derechos humanos”.
Luis Ugalde es sacerdote jesuita.