El llamado a las urnas ayer, que estaba previsto como un ejercicio para ratificar por cinco años más a Daniel Ortega y su esposa Rosario Murillo en la presidencia de la República, se convirtió en un plebiscito en el que la mayor parte de los votantes dijo “no”, a la pretensión del Frente Sandinista por permanecer en el poder, sin importar lo que opinen los ciudadanos.
No hubo grandes manifestaciones organizadas que mostraran la molestia de la gente, ni mantas, ni grupos de activistas opositores recorriendo las calles para indicarle a la gente que no saliera a votar, pero el resultado quedó a la vista una y otra vez, cuando la gente acudió a sus centros de votación, no para emitir un voto, sino para tomar miles de fotos que mostraban que las juntas receptoras de votos estaban vacías.
Aunque los canales de televisión (todos menos uno son propiedad de Daniel Ortega y sus hijos) se esforzaban por demostrar que la gente había salido a votar mayoritariamente, al final, las aulas y los pasillos vacíos, más los incesantes llamados a “salir a votar”, solo servían para comprobar que los ciudadanos habían elegido quedarse en casa.
Y si en las calles no hubo manifestaciones multitudinarias -por el contrario, las calles estaban vacías- en las redes sociales puede hablarse de un ‘linchamiento virtual’ del oficialismo, que usó a los militantes de la Juventud Sandinista para ir de casa en casa tratando de convencer a la gente para que fuera a votar, así como de buena parte de la flota de buses del transporte público, y de vehículos de las instituciones del Estado, para llevarlos hasta las urnas.
Pese a todo ese despliegue de derroche de los recursos públicos, el resultado fue el mismo, ratificado por el Consorcio Panorama Electoral, cuyos observadores “pudieron verificar durante la mañana en los Centros de Votación bajo nuestra observación, una concurrencia moderada en las diferentes regiones del país”.
Un total de 4,34 millones de nicaragüenses estaban habilitados para elegir a un presidente, un vicepresidente, 90 diputados ante la Asamblea Nacional y 20 representantes ante el Parlamento Centroamericano.
Los comicios se celebraron en medio de una gran tensión debido a que los poderes Judicial, Electoral y Legislativo anularon al principal grupo opositor y despejaron el camino a Ortega, jefe del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), ya que el resto de partidos que compiten son minoritarios.
Por su parte, el exdiputado liberal independiente, Eliseo Núñez, hoy miembro del Frente Amplio por la democracia (FAD), calculó que “la abstención se está acercando al 80%.
Su colega Violeta Granera, excandidata a la presidencia de la República, (vetada por orden de Daniel Ortega), declaró que “Nicaragua está en pie de lucha… la gente dice ‘no a la farsa’ y ha demostrado estar dispuesta a seguir luchando por la democracia en este país”.
Ni la Iglesia
Aunque las redes sociales se llenaron de fotos de ciudadanos que mostraban sus pulgares limpios, como evidencia de que no habían salido a votar, llamó poderosamente la atención que monseñor Silvio Báez obispo auxiliar de la Arquidiócesis de Managua, hiciera pública su decisión de no ir a votar, para no legitimar un sistema electoral al que consideró “viciado”.
A juicio del prelado, las debilidades que ahora acarrea el sistema electoral nicaragüense datan desde la campaña electoral del 2011, que le dio la reelección a Ortega.
Esto en medio de múltiples acusaciones de fraude electoral, refrendadas por observadores electorales internacionales.
Pero este año no se permitió observación electoral. Ni del Centro Carter. Ni de la Unión Europea. Ni de la Organización de Estados Americanos (OEA), a los que Ortega llamó “sinvergüenzas” hace unos meses, pese a que de última hora permitió la presencia de una delegación de la OEA, como prerrequisito para que el secretario general de esa organización continental, Luis Almagro, se siente a negociar con él.
Los que sí vinieron a Nicaragua fueron una serie de expresidentes, figuras controvertidas en sus países, como el exmandatario salvadoreño, Mauricio Funes, quien visitó el departamento de Matagalpa, en el norte del país, donde elogió el proceso electoral y al gobierno de Ortega, que le dio asilo y protección para evadir el juicio que se le sigue en El Salvador.
“Aquí vino un grupo de expresidentes y expertos en temas electorales. Vinieron a acompañar a nuestras elecciones, no con la intención de venir a suplantar a nuestras autoridades nacionales, ni a contar los votos, porque los que votan, los fiscales y los que cuentan los votos somos los nicaragüenses”, dijo Ortega en un corto discurso poco después de emitir su voto.