Todos los salvadoreños han vestido en alguna ocasión o un uniforme o una prenda con la marca “Sincatex” en la orilla.
Esta es la tela de fibra sintética que ha elaborado Insinca desde hace 50 años, pero que con el pasar del tiempo, se ha vuelto un producto más especializado e innovador, a la altura de otras empresas de prestigio mundial.
Tras pasar la página del triste asesinato de uno de sus socios japoneses en 1978 y afrontar la dura competencia internacional, Insinca se ha puesto de nuevo en marcha y en 2017 no quiere perder la oportunidad de crecer ni de reinventarse para lograr su consolidación en el sector textil.
Su presidente y fundador, Lorenzo Rivera Arévalo, anunció que como meta de corto plazo ya está aprobada una inversión de $3 millones destinados para comprar nueva maquinaria especializada y con ello, convertirse en una empresa más eficiente y competitiva.
El 90 % de toda la maquinaria de la empresa ha sido renovado poco a poco, y ahora la idea es adquirir una nueva que modernice por completo la planta, ubicada en Apopa, al norte de San Salvador.
Con la inversión para 2017 se espera adquirir nuevos telares y maquinaria para acabado y tintorería. Esta permitirá a la empresa mejorar su producción de tejido en licra y otras telas especiales que repelen el aceite o resisten el fuego.
Y en el mediano plazo están trabajando por recuperar mercados europeos importantes como el de Alemania, que se perdieron cuando los empresarios japoneses se fueron del país. Rivera dice que en algún momento los productos llegaron hasta las islas Fiji.
Hace tan solo unos meses volvieron al mercado mexicano después de tres años de intensas negociaciones con los clientes de ese país. Y por fin lo han logrado.
Ahora quieren regresar a Europa y a su vez, consolidar la exportación que ya tienen en la región.
De acuerdo con Rivera, el 40 % de su producción se vende en El Salvador, en gran medida al Ministerio de Educación, que somete a concurso la compra de tela para los paquetes escolares que entrega cada año.
Otro 40 % se exporta a países de Centroamérica, y el 20 % restante se envía a Estados Unidos, que aún tiene gran mercado potencial, según el empresario.
La tela que Insinca elabora está hecha a base de fibras sintéticas que combinan el poliéster y el rayón.
Sincatex y Cavalier son sus marcas insignia, que se usan para uniformes de oficina y colegio, pero también son muy buscadas para uniformes de enfermeras, doctores y otras especialidades, no solo en El Salvador y Centroamérica, sino también en otros países.
Rivas asegura que las telas de Insinca han vestido a la Policía de Israel y la Policía de Nueva York, entre otros clientes destacados.
Y ahora, las telas que están por producir pretenden buscar otros mercados. La empresa está elaborando tejidos más texturizadas, con repelentes al aceite o al fuego, y alicrados. “Para crecer y subsistir hay que salir del cajón y crear productos novedosos”, dijo el empresario.
Conocimiento
Pero tener una empresa textil líder como Insinca no solo es un orgullo, sino también una responsabilidad.
Rivera adelantó que el próximo año echarán a andar un proyecto con el que becarán a jóvenes en diversas áreas de la planta para enseñarles todos los procesos de producción y así, algunos de ellos se queden permanentemente en la empresa.
El presidente de la compañía piensa en grande y cree que en el futuro se podría crear una escuela textil que forme a jóvenes en esta área porque aunque el país produce buenos ingenieros, muchas veces carece de técnicos que son los que ejecutan el trabajo que, unido a otro, crea novedosos productos.
En esto, la empresa asegura que es clave la combinación entre la empresa privada y la pública, pues la misma Insinca surgió como fruto de un asocio público privado con inversionistas japoneses.