Contra la “sabiduría oficial” y la industria de los pronósticos, Donald Trump ganó la presidencia de los Estados Unidos, lo que ha dejado atónitos a millones de personas en el mundo, sorpresa que se traduce en conmociones bursátiles que en cuestión de días o semanas deben buscar sus normales niveles.
El triunfo de Trump, acompañado por el control republicano de ambas cámaras, es un rechazo al nepotismo de los Clinton, el populismo de Obama, a la campaña “contra los ricos” de Hillary Clinton, a la frustración del americano medio por sentirse que está perdiendo el control de su país –como cada uno entiende sea tal control– por el miedo al terrorismo, las inexplicables matanzas que tienen lugar, por el creciente poderío de China.
Clinton también olvidó que es raro ganar con propuestas pasteurizadas…
Clinton perdió casi por una ley natural: candidatos que pierden previamente, como perdió ella frente a Obama al presentarse a la nominación del Partido Demócrata hace ocho años, invariablemente pierden de nuevo, como entre otros perdió Adlai Stevenson, dos veces candidato presidencial.
Y esa tradición sólo falló una vez, en el extraño caso de Grover Cleveland, perdedor en una elección y triunfador en la siguiente.
La regla deben tenerla claras nuestros políticos…
Hillary perdió además por romper otra regla muy hispanoamericana: poner a la esposa de candidata para volver al poder, como falló a Martinelli en Panamá y a Colom en Guatemala.
Muchos se preguntaban cómo sería una Casa Blanca con dos presidentes, Bill y Hillary, dentro.
Durante la campaña republicana para denominar al candidato, todos los aspirantes de dicho partido se pronunciaron contra el saqueo fiscal, que en Estados Unidos no sólo es implacable sino tan complejo y con tantas trampas como oportunidades que hay toda una industria de asesores que asisten a los pobres desvalijados.
En sus giras de campaña, como es natural, Trump se pronunció sobre muchos temas, pero haciendo énfasis en aquellos que inquietan a sus reales o potenciales partidarios. Y el tema de la seguridad, el terrorismo y la entrada de extranjeros al territorio, son tratados con frecuencia.
Trump podría ser de la idea
de crear una Cicig en El Salvador
En varias ocasiones y al referirse a los vínculos de narcos mexicanos con narcos centroamericanos y salvadoreños, tema también tocado por el senador Marco Rubio, reelecto, Trump podría ser de la idea de que se forme en El Salvador una comisión anticorruptela, que obviamente vaya tras Tiros pero también tras Troyanos, que no haga distinción entre un expresidente arenero y otro rojo.
Pues tan corrupción es abrir cuentas en el Medio Oriente, como desviar dineros públicos para negociar con pandilleros o sostener a la nueva clase.
Un país que tolera la corrupción es uno que no tiene moralmente la fuerza para combatir el crimen organizado o protegerse de las redes regionales del narcotráfico.
A tales papas calientes se suma el caos venezolano, los tratos previos de Obama con una repugnante dictadura, la castrista, los espantos del Medio Oriente, el desafío del demente norcoreano, el creciente poder económico de China, que como lo demuestra el caso de Filipinas, China está empeñada en crear su propia esfera de influencia a costa tanto de Estados Unidos como de Corea del sur y Japón.
El mundo nunca fue fácil, pero lo que viene sucediendo desde el nuevo milenio es casi inédito, terrible… el escenario que enfrenta Trump.