Aquí y ahora

Hay que honrar este instante viviendo al máximo, con gratitud por la vida que se despliega hasta en el más insignificante de los detalles y tratando de hacer los correcto.

descripción de la imagen
elsalvador.com

Por Marvin Galeas*

2016-11-11 7:57:00

Dijo una vez el Dalai Lama: “Solo existen dos días cuando no se puede hacer nada. Uno es ayer y otro mañana. Por lo tanto hoy es el día ideal para amar, crecer, hacer y principalmente vivir”. Muchos años antes Jesús había dicho que no había porqué afanarse por el mañana porque cada día tiene su propio afán.

La ansiedad, una de las enfermedades más comunes de nuestros tiempo, tiene su cura en comprender a fondo lo señalado por casi todas la corrientes espirituales y el evangelio de Jesús de Nazareth: hay que vivir a fondo y plenitud el día y sobre todo el momento presente, haciendo bien lo que haya que hacer.

No podemos hacer nada por cambiar lo que hicimos el pasado. Ni lo bueno ni lo malo. Y tampoco nada podemos hacer mañana, porque sencillamente no es mañana, ni sabemos lo que ocurrirá en los próximos minutos. La mejor forma de construir el futuro, sabiendo que siempre hay algo de incertidumbre, es haciendo bien lo que tengamos que hacer hoy. 

Por supuesto que hay que tener metas y una visión clara de lo que queremos hacer en la vida. Pero no creamos que la felicidad vendrá cuando cumplamos esa visión, cuando se termine de pagar la hipoteca, cuando se gradúe nuestro último hijo o cuando salga bien tal o cual negocio. Uno debe ser feliz ya porque este momento es lo único que tenemos con certeza. 

Pero es probable que el momento presente no sea agradable. Y quizá sea la tristeza la que nos embargue por una pérdida de un ser querido, un accidente o cualquier otra cosa que escape a nuestro control. Lo que sí podemos hacer es aceptar de manera radical lo que está ocurriendo y salir rápido de cualquier fase de negación. De esa manera, difícil de hacer pero no imposible, la paz llegará más rápido a nuestros corazones.

El momento presente es casi siempre agradable o por lo menos tranquilo. No se trata de andar buscando ver cosas nuevas de manera desenfrenada. De lo que se trata es de ver de manera atenta y novedosa, lo que siempre ha estado frente a nuestros ojos. Ningún momento es igual a otro. Cada segundo es distinto al anterior. Si estamos plenamente conscientes de esto, veremos maravillados como la vida se despliega ante nuestros ojos instante a instante.

Lejos estoy de ser perfecto. Como casi todas las personas, he tenido momentos muy duros, durísimos, pero casi todos fueron consecuencias de mis propios actos o de mis decisiones erráticas. Claro que a veces pasan cosas que uno no puede controlar. Pero somos dueños de elegir lo que haremos frente a cualquier acontecimiento. Y la única forma de elegir la mejor opción es vivir siempre de manera consciente y no distraída. 

Estar consciente es tener la mente donde está el cuerpo, es decir aquí y ahora. Lo peor es vivir atormentado por cosas que hicimos equivocadas en el pasado o nostálgicos por situaciones que no volverán o vivir ansiosos o preocupados por cosas que pueden pasar mañana.
A veces estamos en el trabajo añorando estar en otro lugar de vacaciones. Y cuando estamos en ese otro lugar de vacaciones, estamos pensando en las cosas que deberíamos estar haciendo en el trabajo. Eso es vivir desalineados y ansiosos.

Nada podemos hacer ayer. Nada podemos hacer mañana. Dios nos dio este día, este momento. Hay que honrar este instante viviendo al máximo, con gratitud por la vida que se despliega hasta en el más insignificante de los detalles y tratando de hacer los correcto. Es esa capacidad de elegir de manera consciente lo que hacemos en este instante lo que configura, repito, lo que llamamos futuro, aunque siempre cualquier cosa puede ocurrir. 

Siempre hay un gran margen para la incertidumbre. Y eso es bueno. Sería terrible saber cuándo y cómo moriremos. Stephen Covey decía que para tener una vida equilibrada y razonablemente feliz, debemos cuidar cuatro dimensiones de nuestra existencia: la física (hacer ejercicios, descansar y cuidar lo que comemos y bebemos); mental (nunca dejar de aprender cosas buenas); emocional (cuidar nuestras relaciones familiares y con los demás); espiritual (vivir de acuerdo a nuestros principios y evaluar si lo estamos haciendo bien). Pero la clave para lograr ese equilibrio es vivir con atención plena aquí y ahora. Lo único que tenemos. 

*Columnista de El Diario de Hoy