Empujando la carreta

Estamos empalagados de Trump, mejor escribo sobre otro presidente.

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Por seguridad, los comensales del restaurante flotante deben usar cinturones de seguridad, además de que los asientos también ofrecen protección especial.

/ Foto Por elsalv

Por Carlos Alfaro Rivas*

2016-11-14 8:56:00

Si la revista TIME fuese cuscatleca, su foto de portada de enero próximo no sería Trump, sino nuestro presidente 2004-2009.  Lástima que con una develación que provoca asco, no admiración.

Si este columnista trabajase en dicha revista (TIEMPO), mi nota quizás leería:

Pasó de la gracia a la desgracia frente a los invitados a la boda de su hijo.  Ha sido el presidente más joven de nuestra historia, el más elocuente. Con afinidad por el buen vivir (igualito  que su sucesor), lucía trajes de tres mil dólares que envolvían su marco bien alimentado.

Simpático, campechano, bien salvadoreño. En Día de Reyes, llegaba a mi oficina a formalizar el trueque anual de boletos aéreos por publicidad nutrida en sus radios. Saboreando el cafecito de la niña Finita: “¿Qué tal de año nuevo, Tony? “Siempre empujando la carreta, Carlitos”.

Por supuesto que salía a bailar la apuesta que el Firpo volvía a llevarse la Copa TACA, a transmitirse por La Chévere;  “la señal ya pega hasta en Guate”.

Ese galillo que llega a los oídos de tantos consumidores es la razón por la cual el trueque era un gane-gane. Si hasta el gobierno ganaba, gracias a la pate cheje del 13 %.

Antes de empresario radial, Tony también le sacó raja a su pico de oro como comentarista deportivo, tanto para sus radios como para el Gato del 4.

Pero ANEP lo llevó a ARENA y ARENA a la Joya de la Corona, derrotando al comandante Schafik (QDDG), también de descendencia palestina, también de Usulután.

Aunque en aquellos tiempos estábamos mucho mejor, el presidente Saca nos llenaba de falso optimismo con frases como “A los malacates se les acabó la fiesta” y  “Lo mejor está por venir”.

Rayaba el disco con su bombardeo publicitario, sobre todo Reflexiones con Tony Saca, omnipresentes, en su docena de radios, antes, durante y después de su mandato. 

Allá por el 20 de diciembre de 2004, un señor de guayabera tocó mi timbre con una cajota de Felices Fiestas del señor Presidente.  Como la curiosidad mató al gato, y no vaya a ser que también les dé patatús, mejor les cuento que era una fina vajilla, de esas que le encantan a las abuelitas del siglo pasado.

Sabio el Papa Francisco:  Aconseja que cualquier persona que tenga demasiado apego por las cosas materiales, a quien le gusta el dinero, los banquetes exuberantes, las mansiones suntuosas, los trajes refinados, los autos de lujo, que por favor no se meta en política. Ni en el seminario, agrega con un imán de sonrisa.

¿Qué pasó, Tony? Culpa de la política, ahora ya no estás empujando la carreta, sino que enfrentando severendas demandas con demasiados ceros para digerir.

Pero si volamos pluma, estamos hablando del 1 % del PIB, del 5 % del presupuesto nacional. Estamos hablando de un montón de carreteras, hospitales, escuelas, policías y medicinas.

No puede ser que los millones hayan servido para comprar GANA voluntades, y así dejar sin aire legislativo a ARENA. Para firmar un pacto del diablo con Funes, a quien dicen lo convertiste en el primer presidente del FMLN,  a cambio de que te guardara las espaldas (y salieran a dar una vuelta en Ferrari). 

 No puede ser que nuestros impuestos hayan servido para financiar UNIDAD, tu experimento por recuperar el poder, que no cuajó y el profe, con chanchullo, en 2014 a todos les ganó. Para maicear a tu argolla. Para enredarse en solo 10 km y demasiados millones de la Diego de Holguín. Para edificar un palacete, no apto para un país tan pobre.

Doña Justicia tiene tremendo rollo que desenredar para determinar si el acusado puede, o no, seguir empujando la carreta.

Mientras tanto, invito al expresidente a que medite sobre la interrogante del Santo Padre: “¿Qué está pasando en tu corazón?”. 

El cielo no te juzga por tu casa, tus carros, tu empresa exitosa, por lo que comés y bebés, por el número de estrellas donde dormís. 

Lo único en lo que el cielo se fija es que tan limpio tenemos nuestro corazón.
 

*Columnista de El Diario de Hoy.
calinalfaro@gmail.com