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Sí, han funcionado?
Ramiro Navas
A menudo cuando se habla de los grandes temas de país, sin importar la procedencia o la creencia, la respuesta no varía. Desde los tantos analistas en los medios hablando de “pactos de nación”, hasta las clásicas conversaciones en el bus o en la tienda, donde rara vez falta escuchar que “el problema es que aquí nunca se ponen de acuerdo”.
Pero la historia nos enseña que sí hay acuerdos. Los cambios de etapa social y política del país han sido precedidos en todos los casos, primero por una participación cualitativa de la sociedad a través de diferentes formas y manifestaciones de incidencia, y segundo por la incorporación de esas diversas expresiones en espacios (institucionalizados o no) de debate y diálogo por la búsqueda de grandes consensos. Fue así como se convocó la gesta plural de “brazos caídos” contra el Gral. Martínez en 1944, y así como se dio fin al conflicto armado en 1992.
La naturaleza de los Consejos temáticos impulsados por el Gobierno es precisamente esa: generar espacios institucionalizados para el diálogo permanente y articulado entre las diferentes fuerzas sociales y políticas que convergen en el país, alrededor de los grandes temas prioritarios en materia de derechos fundamentales y desarrollo. Estos Consejos, todos convocados por el Presidente de la República y asistidos técnicamente por las Naciones Unidas y otras instancias internacionales (como la Unión Europea o la OIE), aglutinan a diferentes sectores sociales, empresariales, religiosos y políticos, en conjunto con la academia, los medios de comunicación, los gobiernos locales y los organismos de cooperación para el desarrollo, desde un enfoque de articulación multisectorial de nivel macro para generar insumos de política pública, pero además para garantizar su implementación coordinada en las diferentes dimensiones del territorio.
El Plan El Salvador Seguro es un ejemplo significativo de los resultados generados, en este caso a través del Consejo de Seguridad Ciudadana y Convivencia. Este Plan, por una parte, incorpora las visiones, propuestas y herramientas técnicas de los diferentes actores que conforman el CNSCC con respecto a las estrategias de seguridad pública y prevención sistemática de la violencia social; y por otra, genera articulaciones multinivel para la recuperación de los territorios y la generación de espacios sociales de convivencia y reconstrucción de tejidos sociales y familiares. Es decir, el plan construido con aportes del Gobierno, la empresa privada y las universidades, es implementado en los territorios por el mismo Gobierno, en alianza con las ONG y alcaldías de todos los partidos. Todo esto sobre la base del empoderamiento de la gente y sus organizaciones en todos los niveles de implementación de los cinco componentes del Plan.
Naturalmente, siempre habrá quien pretenda ocultar los alcances del diálogo plural, democrático y permanente, ya sea por escepticismo o por algún conflicto de intereses. Lo cierto es que las problemáticas que afectan al país son complejas, y la forma tradicional de abordarlos fue la exclusión de los actores más afectados por parte de quienes ejercían la potestad de tomar las decisiones. Predominó una política centralizada y verticalista, en la que la incorporación de fuerzas sociales y sobre todo la participación de la gente estuvieron restringidas nada más a decir que sí o que no estaban de acuerdo con las decisiones tomadas desde los escritorios.
Ante esas complejidades, los Consejos Nacionales como el de Seguridad y Convivencia, el de Sustentabilidad Ambiental y el de Educación no deben entenderse como cuerpos aislados, sino como componentes estratégicos dentro de un modelo de gobierno diferente: abierto, dialogante e inclusivo. Un modelo que también se implementa en los niveles intermedios a través de los Gabinetes de Gestión Departamental y locales a través de las Asambleas Ciudadanas municipales, pero sobre todo, con la visión de la ciudadanía como actor protagónico del desarrollo y no como mero beneficiario de las políticas y apuestas estratégicas de la nación.
Activista, gestor de Desarrollo Territorial y ex Director Nacional de la Persona Joven
@RamiroNavas_
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No, no han funcionad?o
Fernando Bautista
La Las negociaciones para aprobar la Ley de Responsabilidad Fiscal y los primeros acuerdos han dado muestra que sí se pueden lograr consensos desde la clase política de El Salvador. Probablemente la presión (de adentro y afuera) para evitar un impago obligó al gobierno y la oposición a ceder en ciertos puntos, pero hay otros temas urgentes e importantes como la seguridad, el medio ambiente y la educación que también merecen atención y diálogo. Desde hace ratos venimos esperando resultados concretos en los Consejos de Seguridad, Consejo de Sostenibilidad Ambiental y Consejo de Educación que hoy por hoy no han logrado producir nada más que fotos con colores diversos y apariencia de diálogo.
El propósito de estos espacios de diálogo y consenso van más allá que el mensaje en un tuit o una foto conveniente. Los jóvenes estamos aburridos de escuchar discursos asignando culpas o discursos de revanchismos. Lo primero que se necesita es voluntad para resolver los problemas, y cuando estos importantes espacios se utilizan solamente para acusar y evitar responsabilidades los resultados son los que hemos visto: nulos o escasos.
No es secreto que en nuestro país, la inseguridad es el principal reto que tenemos como salvadoreños pero tampoco podemos dejar a un lado el medio ambiente, la generación de empleo y sobre todo la misión de mejorar la calidad de vida de los ciudadanos. No me cabe la menor duda que propuestas innovadores sí existen, en las universidades y la sociedad civil, lo que pongo en duda es la voluntad de escucharlas. Más que para slogans de campaña, estos temas se deben debatir de forma responsable y buscar soluciones. Debemos tener muy claro que las mesas de diálogo y los Consejos temáticos no pueden ser usados para dilatar acuerdos y mucho menos para aparentar avanzar hacia ellos sin lograr entendimientos. Si en esas mesas de diálogo o Consejos sentamos solamente a las mismas personas dudo mucho que encontremos soluciones diferentes a lo que no ha funcionado hoy por hoy.
Como segundo requisito, las personas que componen las mesas deben estar dispuestas a asumir sus roles. El gobierno: gobernando, escuchando y cumpliendo la ley. Los partidos políticos: dialogando, proponiendo, mejorando la administración pública, acercando los procesos políticos a los ciudadanos e inclusive criticando al gobierno. La sociedad civil: vigilando a los políticos, limitándoles el poder y proponiendo constructivamente. Las universidades: produciendo una nueva generación de ciudadanos con capacidad para incidir y de la misma forma proponiendo desde la perspectiva académica… Y algo que todos deben tener como misión común es ser realistas con las metas que se proponen, ser creativos e intentar mecanismos innovadores para solucionar los problemas.
Parece que el problema no es buscar soluciones técnicas o debatir propuestas concretas (esas sobran), el problema es que la utilidad de dichos espacios se ha limitado a sacar una foto y poner un tuit. Lo que falta es voluntad política, y para que exista voluntad política, tal y como hubo para lograr el acuerdo que permitió la Ley de Responsabilidad Fiscal es presión ciudadanía, y presión de los jóvenes en los partidos políticos a que la dirigencia busque soluciones y que seamos incluidos en ellas.
Por el lado de ARENA, con este nuevo COENA liderado por Mauricio Interiano se ha demostrado que existe capacidad para presentar propuestas y sobre todo: voluntad para encontrar soluciones. Para el Gobierno, estos Consejos pueden ser una oportunidad para lograr resultados mientras muestran apertura al diálogo u opiniones contrarias. Pero para los ciudadanos, y en especial los jóvenes, estos espacios representan los últimos destellos de esperanza para construir soluciones y un mejor país.
Diputado al Parlacen. Director de juventud de ARENA
@ferbautista