Lo que hace una mano, lo deshace la otra…
El Gobierno presentó el jueves al grupo encargado de combatir el crimen organizado, un grupo que integró con las mismas figuras que vienen fracasando desde hace casi ocho años, en esos objetivos.
Deseamos suerte a los salvadoreños…
Pero mientras por un lado se pretende erradicar la violencia, pacificar comunidades, pueblos y ciudades, por el otro y como lo dijo con tanta franqueza, loable franqueza, el señor Medardo, el que capitanea al oficialismo, brigadas de activistas se mueven por barriadas, cantones, caseríos y pueblos lavándoles el coco a los militantes rojos, avivando odios, generando resentimientos y confusión.
Confusión casi total. Se dice a la gente que lo abominable de los pandilleros, contrabandistas, secuestradores, narcos, es su total desprecio a las normas de convivencia, al entendimiento entre grupos y sectores, a acatar las leyes, respetarse unos con otros, proteger la vida. Pero al mismo tiempo las brigadas de embrutecedores predican lo contrario: hay que aporrear a los ricos, acabar con negocios y actividades de “la burguesía”, saquearlos hasta el hueso, montar huelgas, agitar…
De hecho ya salió por allí una mara que se declaró “revolucionaria”, lo que plantea otra interrogante: ¿deben las autoridades distinguir entre el marero pelado y rabioso, y el camarada marero también lleno de rabia?
Lo que para algunos nos regresa a la pregunta de si los bandoleros de antaño –bandoleros, pues de agrupaban en bandas– pueden combatir exitosamente a los mareros de hogaño.
En esta clase de rollo sufren adultos como niños y adolescentes, con el agravante de que a los niños y adolescentes se les roba un porción muy grande de su futuro, además de que muchísimos de ellos quedan expuestos a ser convertidos en esclavos de las pandillas con perspectivas casi nulas de sobreponerse al horror, poder eventualmente formar familias ni menos llegar a viejos.
A esto se suma la mediocre educación que casi todos los niños y jóvenes reciben, como lo demuestran los decepcionantes resultados de la reciente Paes.
¿Qué espera a los jóvenes
con la educación que reciben?
El tema de la educación debe estar siempre ante los ojos de todos, pues muy poco depara a un país si sus jóvenes no reciben una buena educación y se pone mucho mayor énfasis en indoctrinarlos que en formarlos, en hacerles leer libritos chatarra que les inculcan odios, que obras constructivas, buenas lecturas, lo que pueda despertar en ellos interés por las ciencias y admiración por el progreso que las grandes democracias logran.
Y además en escuelas con techos deplorables, bajo amenaza muchísimas de ellas, sin sanitarios que funcionen y como la cereza sobre el pastel, sin vínculos con las familias del lugar y los maestros.
Esos vínculos, hay que recordarlo, se cortaron casi el primer día que asumió el actual partido oficial; suprimió de golpe el programa Educo, premiado en el exterior como una excelente fórmula educativa, sin ni siquiera consultarlo o estudiarlo, simplemente porque chocaba con la práctica de regimentar a los maestros, hacerlos depender del favor oficial para lo que fuera, una especie de látigo para que dejen los maestros de ser gremio y en cambio actúen como rebaño.
La mayoría de salvadoreños pensantes va de asombro en asombro, pues siempre hay algo peor que lo peor que se vive…