Mi corazón no llora, se llena de esperanza

Mi bola de Cristal indica un malecón cosmopolita en La Habana, con todo y un Trump Tower como el de la 5a. Avenida; mucho trabajo y efervescencia; un nuevo aeropuerto con más aviones que el de Hawái.

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La falta de protectores en alguno de los focos de los semáforos afecta la visión de los conductores.

/ Foto Por Cortesía

Por Carlos Alfaro Rivas*

2016-11-28 6:17:00

A nadie le extrañó el tweet del profe ante su shock por la muerte del dictador: “El corazón de miles de salvadoreños llora de dolor”.  Una muerte esperada desde que, en 2006, El Comandante Supremo, bien acabado en un traje deportivo Adidas, le pasa la guayaba a su hermano. No exactamente la imagen que la marca alemana debe proyectar.

No exactamente el Fidel fuerte, con sus permanentes barbas, fatigas, habanos y botas, predicando “Revolución o muerte”, con expresivos ademanes de convicción y pasión, mejor imitado por un venezolano de apellido Chávez.

La muerte, dicen, tocó la puerta del anciano de 90 años, la noche del pasado Black Friday. Dicen, pues también hay dudas sobre cuando estiraron sus tenis Lenin, Stalin y Chávez.

En todo caso, fue el notición que nos desayunamos el sábado pasado, haciendo cálculos mentales de adónde estábamos a las 10:29 p.m. de la noche anterior. Yo, bailando Vallenato con mi media naranja  y Carlos Vives, ¿y usted?

 Las redes sociales explotan con la vida, genocidios y fallidos milagros del sangriento dictador, omnipresente en la vida de los baby boomers. Trabazón de tweets y posts, como el de los corazones llorones del profesor.

El corazón de millones de cubanos rebalsa de alegría. ¡Ya me imagino la tertulia en la Calle 8 de Miami!  El mío se llena de esperanza. Les cuento por qué.

Así como la caída del muro de Berlín (9/11/89) inició el efecto dominó del comunismo en Europa oriental, la muerte de Castro (25/11/16 dizque), iniciará el efecto dominó del socialismo del Siglo XXI en Latinoamérica.

 La isla ya no será Cubatraz, familias se reunirán con libertad, ingenieros, abogados y arquitectas dejarán de ser taxistas, bartenders y prostitutas; una población educada y saludable ¡al fin podrá volar!

Se asoma la primera luz de esperanza cuando, a fines de 2014, Mr. Obama, y el apéndice del dictador desenfrían relaciones en más de medio siglo, e intercambian embajadores. “Seguimos cuando se muera mi hermano”, seguro le dijo el cubano al moreno.

La fallida revolución alborota la desesperación del pueblo Cubano. Rusia los abandonó cuando el muro cayó y, para acabar de amolar, Venezuela se desinfló.  Es que educación y salud no es suficiente. La receta para progresar, y la miseria abandonar, indica arrimarse al árbol del norte, y un modelo de democracia y libertad implementar.

Mi bola de Cristal indica un malecón cosmopolita en La Habana, con todo y un Trump Tower como el de la 5a. Avenida; mucho trabajo y efervescencia; un nuevo aeropuerto con más aviones que el de Hawái; subastas de clásicos de los 50;  boom de habanos y Cubas libres, el fin de las balsas, y una Perla del Caribe que vuelve a brillar con progreso, su aura particular, su clásico Oye, chico, y mucha ¡Azúúúcar!

En el resto de Latinoamérica, la nula influencia de Cuba y Venezuela, poblaciones frustradas, digitalmente empoderadas, economías quebradas, singular incompetencia, y el efecto Trump, será el dominó que se llevará de encuentro al zapote Maduro, al partido del profesor presidente, al que le gustan los sweaters, a los Correas y a la dinastía del ahora primer damo nicaragüense.

¡Despertemos! Los que amamos nuestra tierra en libertad, NO QUEREMOS ver nuestros países convertidos en prisiones, con  productividad pulverizada, población apagada, miseria generalizada, aparatos estatales comprados, y reality shows de elecciones para pegarse en el poder, como lo hizo Fidel hasta que la muerte lo separó.

Ningún respeto respetuoso, profesor. Mi corazón no se llena de dolor por la muerte de su mentor.

De lo que sí se llena, es de una mezcla de la alegría de Miami, con la esperanza  de que la ausencia del tirano sea el detonador que evite que nos termine de llevar candanga.

Gracias por quitarte del camino, Fidel, ya era hora.
 

*Columnista de El Diario de Hoy.
calinalfaro@gmail.com