Rubén Darío, uno de los grandes poetas del modernismo, no solo consagró su vida a la poesía, sino también dedicó parte de su tiempo a la vida amorosa y a su familia. Así lo relata el libro “La princesa Paca”, escrito por Rosa Villacastín (nieta de Darío) y Manuel Reina.
La novela narra los detalles de la vida amorosa del nicaragüense con Francisca Sánchez del Pozo, quien fue su amante debido a que su segunda esposa no le quiso ceder el divorcio.
En la obra se retratan las más íntimas especificaciones de la vida de pareja que el poeta llevaba. Deja a la vista a un Rubén Darío que tomaba sopa de tortuga para aliviar la resaca y el dolor de estómago, que amanecía en pijamas de sedas y viajaba en un burro hacia un pueblo de España.
De acuerdo con Villacastín, todo inició con un enorme baúl azul, que conservaba alrededor de cinco mil documentos, entre poemas, facturas, recetas de cocina,dibujos, cartas de amor, análisis médicos, postales e incluso un código secreto para enviar telegramas a casa y ahorrar dinero.
Al encontrar el baúl, la autora se dio cuenta que, antes de que su abuela se casara con José Villacastín, Francisca estuvo enamorada de otro hombre.
El libró se presentó en 2014 en Nicaragua. Durante el lanzamiento, la periodista reveló una conversación que entabló con su abuela:
— ¿Quién fue ese hombre? — Le preguntó ella a su abuela.
— Fue el gran amor de mi vida—, le contestó
— ¿Cómo era?
—Guapísimo, muy sensual, alto, elegante.
— ¿Y qué te enamoró de él?
— La palabra.
Quién era Francisca Sánchez
Una mujer 32 años que no sabía leer ni escribir, de familia humilde, hija de un jardinero, quien a pesar de tener tantas diferencias con Darío, vivieron un intenso amor. Lo conoció en 1899, cuando paseaba por la zona. El nicaragüense se enamoró perdidamente de la joven, al igual que ella de él. Sin importar las críticas sociales, estuvieron juntos hasta que la muerte los separó.
Su poesía
Durante toda la vida que compartió el poeta con Sánchez, ella fue su principal inspiración. El lado sensual y exótico que su amante describía, se ve plasmado en los poemas de Darío:
La vida se soporta,
tan doliente y tan corta,
solamente por eso:
¡roce, mordisco o beso
en ese pan divino
para el cual nuestra sangre es nuestro vino!
Fragmento del poema ¡Carne, celeste carne de la mujer!