Nadie sabe en qué estado se encuentra el 32% de las obras de paso importantes para la circulación del agua que incluyen bóvedas, puentes, arcos y otras edificaciones que atraviesan calles, en el Área Metropolitana de San Salvador.
En 43 de 136 infraestructuras el Ministerio de Obras Públicas desconoce el estado en que se encuentran, pero ha programado su revisión.
De esas 43 obras hay seis bóvedas ubicadas en el Gran San Salvador y que en su conjunto suman 2 mil 907 metros de construcción.
Las bóvedas están construidas abajo de importantes calles y avenidas, y en caso sufrieran algún daño similar al ocurrido el pasado 6 de julio cuando se hundió un tramo de la que se encuentra sobre el bulevar Tutunichapa, el paso vehicular colapsaría y tendría que ser restringido.
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Además, hay otras siete obras de paso de las cuales el ministerio desconoce su estado y tampoco hay una programación para revisarlas.
De acuerdo con el viceministro de Obras Públicas, Eliud Ayala, esas obras de paso se encuentran “en semáforo amarillo y las tenemos que analizar con más detenimiento”. Añadió que esas construcciones están “en proceso de inspección o análisis de condición”.
Agregó que el estudio que harán para esas bóvedas y las otras obras de paso determinará si necesitan ajustes, reparaciones o necesitan mejorarlas con urgencias.
El funcionarios es de la opinión que, quizá, en algunas de ellas pueden diagnosticar que aún tienen capacidad de soportar el paso del agua; sin embargo, en cinco o diez años sería insuficientes.
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Umaña aseguró que las bóvedas y una gran número de obras de paso ya cumplieron la vida para la cual fueron construidas.El presidente de la Asociación Salvadoreña de Ingenieros y Arquitectos (ASIA), Juan Guillermo Umaña, opinó que la situación en la que se encuentran las obras de paso y bóvedas es grave y prueba de ello es el reciente hundimiento en el bulevar Tutunichapa, que aunque ya fue reparado, aún hay un tramo que está en riesgo de hundirse.
“Toda esa red ya cumplió su vida útil, sus secciones hidráulicas ya están superadas y prueba de ello es que todas estas socavaciones que estamos viendo se ha encontrado que ni siquiera hay piso”, expresó el ingeniero.
Umaña explicó que una sección de la bóveda de la quebrada El chilismuyo que inicia en la comunidad El Bambular, y que fue reparada por el MOP, no tenía piso o cama de agua, lo que puso en riesgo que el bulevar Los Próceres se hundiera.
De las seis bóvedas que se encuentran en el inventario de proceso de inspección, está la del tramo de la quebrada El Cacao, del sector de las urbanizaciones La Esperanza y la Maraly, la cual tiene una longitud de 166 metros.
Claudia Sánchez es miembro de la directiva de la urbanización Maraly y explicó que hace más de dos años unos vecinos entraron a la bóveda y dijeron que estaba en mal estado; hasta el momento, aseguró, nadie del MOP ha llegado a inspeccionar.
Los problemas de esa colonia, ubicada atrás de la Terminal de Integración del Sitramss, son graves. Ahí se ha hecho una enorme poza desde hace más de dos años.
El agua que ahí se acumula la extraen con una bomba achicadora y la tiran por un tubería.
Igual sucede con la bóveda del río Arenal Tutunichapa, que comprende el tramo entre la Asamblea Legislativa y Diagonal Universitaria.
Un miembro de la seguridad del parlamento dijo que en ocasiones han entrado con empleados a limpiar la obra de paso y han sacado de todo.
Similar a la de Soyapango, aseguró que los del MOP no han llegado a inspeccionarla para determinar el estado en el que se encuentra.
El viceministro de Obras Públicas explicó que las bóvedas y el resto de infraestructura que se encuentra en lista de espera y que necesiten una intervención urgente, “esas sí tenemos que buscar financiamiento para intervenirlas lo mas pronto posible”, expuso.
Para el presidente de ASIA, intervenir una obra de paso como los puentes y arcos es mucho más fácil porque los daños están a la vista, pero no es lo mismo con las bóvedas.
Aseguró que desde los años 80 se ha venido embovedando grandes distancias con diseños mal hechos y sin planificación aguas arriba, hacia el volcán de San Salvador, la previsión de vida útil de esas obras se hizo con un horizonte de más de 25 años, lo cual ha sido muy poco tiempo para soportar la fuerza del caudal de agua.
Se dejó de lado la inspección
Uno de los problemas de todas las obras de paso es que desde hace más de 25 años se dejaron de inspeccionar.
El viceministro sostuvo que el tema hidráulico de aguas lluvias dejó de ser importante cuando se clausuró la Dirección de Urbanismo y Arquitectura (DUA).
El presidente de ASIA indicó que la situación es delicada porque nunca ha habido ningún seguimiento para determinar cómo se encuentran las bóvedas y todas las obras de paso que están en el Gran San Salvador.
“No existe en nuestro diccionario la palabra mantenimiento. El Gobierno no tiene un organismo que vigile, autorice y le dé mantenimiento a las bóvedas”, aseguró el presidente de ASIA.
Agregó que antes la Dirección General de Caminos era la encargada de revisar todo lo relacionado al alcantarillado de aguas lluvias; pero resultó que por recomendaciones financieras se hace más pequeño al Estado y lo primero que desapareció fue esa dependencia del MOP.
Sin embargo, al quitar a Caminos del organigrama, “se les olvidó que le daba mantenimiento al drenaje”, dijo.
El ingeniero explicó que el alcantarillado se construye con un periodo de vida útil, pero se preguntó: “¿Y ese periodo de vida quién lo está vigilando, quién conoce cuándo se construyo, hay redes que ni siquiera se sabe que existen?”.
Según Eliud Ayala, para irle dando solución al problema han tenido que empezar de cero y lo primero que han tenido que hacer es crear la Dirección de Adaptación al Cambio Climático y Gestión de Riesgo (Dacger), la cual se auxilia de la Subdirección de Drenajes para darle respuesta al tema de las bóvedas.
La Dacger cuenta con el apoyo de la cooperación japonesa, quien les ha donado equipo para el análisis y gestión de riesgos.