¡36 años y seguís igualito!

Ese sábado 8 de octubre, en su 36º cumpleaños, dije para mis adentros: “FMLN…¡seguís igualito!”; y esta vez, no necesariamente fue un cumplido.

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El Hospital seguirá la reducción de labores en consulta externa y atenderán solo emergencias y exámenes. Ayer Salud lo agregó a la lista de declaratoria de huelga ilegal.  

/ Foto Por EDH

Por Max Mojica*

2016-10-16 6:48:00

A muchos de nosotros que ya cumplimos los “enta”, nos halaga sobremanera que cuando nos cruzamos con algún amigo de antaño, éste nos diga: “¡Tanto tiempo sin verte y seguís igualito!”, nos hace sentir jóvenes y pollones, con ganas de comprarnos un convertible. Cuando el destinatario del cumplido es una mujer, la alegría expresada por la receptora adquiere ribetes de paroxismo.

La cosa se empieza a complicar cuando el “seguís igualito” se expresa dentro de un contexto de picardía, en donde el que genera el comentario –a propósito- no aclara el “igual a qué”. En esos casos, la expresión deja de ser un cumplido para convertirse en un regaño disfrazado: ¿igualito de qué? ¿de vago? ¿de gordo? ¿de bolo? ¿de irresponsable? Y es que por algo no se aclara qué se quiere decir, parece que se trata de un código secreto entre viejos conocidos: entre ellos se entienden.

Y es que si se trata de actitudes negativas o defectos, continuar un curso obstinado de acción, cuando claramente dichas posturas nos generan a nosotros o a los que nos rodean, conflictos, complicaciones o sufrimientos, no es admirable. De hecho, la actitud de mantenerse obstinado en el vicio o el error se encuentra en las antípodas de lo que es admirable, resulta una actitud propia de un tonto, de un necio, o lo que es peor, de un malo. Así, en ese orden, clasificado de forma ascendente en términos de negatividad, ya que en todo caso, siempre es preferible convivir con un tonto que con un malandrín
.
Por otro lado, el “cambio para mejorar” siempre es positivo y loable, independientemente la edad de la persona que toma ese rumbo hacia el reconocimiento del error y la renuncia de las actitudes negativas. Lo peor que nos puede pasar es descubrir que medramos en el error y proceder a poner en él una poltrona, en la que nos sentamos cómodamente a observar como todo lo que nos rodea se va al traste. La reflexión contenida en los párrafos anteriores me lleva ahora a analizar los acontecimientos ocurridos este pasado 8 de octubre, en donde altos funcionarios históricos del FMLN se reunieron junto a sus bases para celebrar sus 36 años de fundación. 

Contrario a lo expresado públicamente, en donde los funcionarios y miembros del FMLN hablan acerca de reconciliación, apertura y diálogo, en esa ocasión se vivió un ambiente festivo en donde se promulgaban situaciones que nos recordaron la época más cruda de la guerra fría, vigentes en plena época del conflicto armado. Si no fuera porque muchos de ellos ahora tienen sobrepeso y mucho –muchísimo- menos cabello, hubiéramos jurado que acababan de bajar de la montaña.

Camisetas del Che y Monseñor Romero. Boinas. Barbas. Consignas. Puños en alto.  Banderas y camisas rojas. No faltó nada, hasta música de los Guaraguao hubo.  ¿Cuál caída del muro de Berlín? ¿Cuál aceptación de los crímenes de Mao, Pol Pot, Ceausescu, Tito y Stalin? ¿Cuál condena a la eterna dictadura de los Castro? ¿Cuál distanciamiento del crudo y burdo asalto a la democracia por parte de Ortega? ¡Si hasta saludes a Funes mandaron!

Entiendo que muchos de ellos eran jóvenes –delgados y con extra cabellera- cuando esa paloma blanca descendió sobre el hombre de Fidel, haciéndolo ver como un nuevo Mesías del Pueblo, en ese histórico discurso en La Habana. Entiendo que en esa -ahora lejana- época, no conocíamos ni estaban documentados los horrores cometidos por los líderes de la Unión Soviética y sus satélites. Entiendo que de cipotes admiraban al Che –que tiene un extraño aire a Cantinflas-, porque no se sabía que era un asesino despiadado. Sí, aunque no lo crean, lo entiendo.

Pero lo que no entiendo, es cómo ahora, tantos años después, sigan creyendo en ese absurdo natural y económico que es el comunismo y su burdo remedo que es el Socialismo del Siglo XXI. No entiendo cómo es que continúan “echándole las masas” a la Sala. No entiendo cómo es que todavía se “quieren tomar las calles”. No entiendo cómo es que después de tanto tiempo y tantos fracasos, todavía se persista en el error de querer imponer a “todas y a todas”, un modelo claramente fracasado que solo genera pobreza y miseria humana. Eso, por más que le hago, simplemente, no lo entiendo.

Ese sábado 8 de octubre, en su 36º cumpleaños, dije para mis adentros: “FMLN…¡seguís igualito!”; y esta vez, no necesariamente fue un cumplido.
 

*Abogado, máster en leyes.
@MaxMojica