Uno de los placeres del viejo San Salvador era caminar por las calles, ir de un lado a otro viendo vitrinas, saludando a personas, admirando bellas capitalinas.
La ciudad de entonces fue arruinada por las marchas y los desórdenes que precedieron la agresión contra el país, una tragedia que queda en algunas pintas y grafitos que hasta la fecha nadie piensa borrar.
Pero ese placer de andar por las calles se mantiene en la mayoría de ciudades de Europa, donde la gente camina para ir o volver de su trabajo, comprando o simplemente para ir sin rumbo.
En una reseña de un hotel de Italia se dice que el establecimiento cuenta con un bien equipado salón de gimnasia, pero que lo mejor es que los huéspedes salgan a pie a recorrer lo que es una de las ciudades más lindas del globo…
Esa es una de las glorias de ciudades como Dubronik, Venecia y Madrid.
En el “casco antiguo” de Dubronik, rodeado de las murallas más majestuosas que existen sobre la Tierra, no hay autos, pues sería casi imposible acomodar otra cosa que pequeños furgones en esas calles. Lugareños y visitantes tienen que recorrer todo a pie, desde una entrada junto al puerto interno hasta una plaza pletórica de restaurantes y con mucho bullicio.
Una calle principal divide una parte de Dubronik de otra, y en ambas, en estrechas callejuelas, hay ventas, restaurantes, cafeterías y hasta discotecas.
Como sucede en Venecia, “La Perla del Adriático” donde se encuentran turistas y lugareños por centenares y es lo esperado en el Madrid de los Austrias, en los alrededores de la Plaza Mayor, la Cava Baja y la Cava Alta, hay tablaos, bares en abundancia y sitios para “tapear”: comer un bocadillo, echarse un jerez y continuar al siguiente bar.
Hay todavía en San Salvador
donde comer a cielo abierto
En Dubronik, como en Venecia, la alternativa al tapeo son las gelaterías: se compra un cono de nocciola o vainilla o chocolate en un extremo del paseo, para comprar una segunda dosis al otro extremo, donde además hay una fuente para beber agua y a media ruta un lindo templo para sentarse y rezar.
No se concibe verano europeo sin gelato, pese a la amenaza que son para la línea….
En Venecia la vía más recorrida es la que lleva de San Marcos, donde hay históricos cafés como el Florian, donde se come, se bebe y se escucha música de todos los tiempos frente a la Basílica de San Marcos, hasta el puente del Rialto sobre el Gran Canal.
En Florencia es la Por Santa María que lleva al Ponte Vecchio desde Santa María de la Flor, la majestuosa obra de Brunelesco que marcó el inicio del Renacimiento.
En Dubronik, como en el Trastévere de Roma, donde muchas familias ponen mesas y sillas en las aceras, se come al abierto. En la parte alta de la ciudad hay una calle relativamente estrecha, pero larga, donde se colocan mesas para comer todo lo imaginable, inclusive peces relativamente frescos y cevapcici, que son unos enrollados de carne que se comen por todos los Balcanes.
Hay en San Salvador, al igual que en otras ciudades del país, sitios donde disfrutar de nuestros hermosos cielos y puestas de sol, conversar, tomarse una copa, comer gelato o tomarse una taza del café que se cultiva en las alturas de esta querida tierra.