(I parte)
Juan Domingo Perón, el legendario caudillo argentino, solía decir que el poder es como un violín se toma con la izquierda pero se toca con la derecha. En mucho tenía razón. Creo que la izquierda, por usar esa vieja nomenclatura, no es intrínsecamente mala. Pero hay algo que la historia ha demostrado de manera palpable. Sus momentos de gloria ocurren en los tiempos de lucha, y sus peores cuando toman el poder político.
Antes de continuar explicando lo anterior, es bueno recordar como nacen los términos izquierda y derecha en el ámbito político. En el contexto de la revolución francesa y luego de la Toma de la Bastilla en 1789, se formó la Asamblea Nacional Constituyente. Su misión era redactar una Constitución que definiría el futuro político de la Nación francesa.
Por casualidad los diputados que se pronunciaban por una monarquía parlamentaria, y limitar el derecho de voto solo a las élites, los llamados “Girondinos”, se sentaban a la derecha del presidente de la Asamblea. Los Jacobinos, que apoyaban la idea de abolir por completo la monarquía y reclamaban el sufragio universal, se sentaron a la izquierda. En el centro quedaron los indecisos.
El pueblo francés percibió a los Girondinos, la derecha, como el grupo que deseaba mantener el status quo. Mientras que a los Jacobinos, lo de la izquierda, como los que desafiaban el estado de cosas imperante, es decir los revolucionarios, los progresistas. Obviamente los Girondinos eran los preferidos de las élites y de ciertos sectores conservadores del pueblo, mientras que los Jacobinos gozaban mayoritariamente apoyo popular.
Desde entonces los términos izquierda y derecha llegan hasta nuestros días con, más o menos, esas percepciones en casi todo el mundo. Sin embargo, desde los tiempos de la Revolución Francesa hasta la actualidad mucha agua ha pasado bajo el puente. Una cosa era la izquierda francesa llena de idealismo y utopías, fundamentado en los postulados de Henri de Saint Simon, Charles Fouries y otros, y muy distinto fue la izquierda después de Marx y sobre todo después de Lenin.
Le llamaron socialismo utópico, porque otros pensadores creían, y es cierto, que tales ideas socialistas eran solamente un montón de buenas intenciones, pero imposibles de convertirse en realidad en una formación social concreta. Pero Marx y Engels pregonaron el llamado socialismo científico. Con el apellido “científico”, querían establecer que tales ideas podían realmente convertirse en realidad.
“Un fantasma recorre Europa, el fantasma del comunismo…”, comienza diciendo el Manifiesto Comunista, un librito escrito por el mismo Marx, para difundir sus ideas. En el momento que tal fantasma recorría Europa se vivía las dramáticas consecuencias de la Revolución Industrial.
Marx analizó minuciosamente el Modo de Producción Capitalista, (el término es una categoría marxista) en Inglaterra, la primera potencia mundial en ese entonces, y concluyó que la Historia es como un guión determinado por la inevitable lucha de clases.
Marx planteó que en el capitalismo solo había dos clases. Inevitablemente el proletariado, los obreros, una de las clases, derrotaría de manera violenta a la burguesía (los dueños de las fábricas, las fincas, etc.) y se instauraría el socialismo primero, la etapa de la dictadura del proletariado y luego llegaría el comunismo, la sociedad sin clases. El paraíso en la tierra. El fin de la explotación del hombre por el hombre. Sin embargo, el primero Estado socialista, no surgió en Inglaterra, según las profecías de Marx, sino en Rusia, el país más atrasado de Europa en ese tiempo.
Luego de instaurarse literalmente la dictadura (no del proletariado) sino del Partido Comunista en Rusia y luego de varios millones de muertos, nacieron la Unión Soviética y el término Marxismo Leninismo. Las ideas de Marx, según los comunistas, sentaron las bases científicas del comunismo y Lenin legó la manera infalible de como los comunistas podía tomar y mantenerse en el poder por siempre.
Persiguiendo el ideal comunista murieron millares de personas, unas como mártires idealistas que luchaban por la justicia, y otras como víctimas de las atrocidades de los regímenes comunistas que fueron apareciendo tras la llamada Revolución de Octubre. Este artículo de dos partes, sería un ocio si no fuéramos gobernados por un partido que algún momento suscribió el ideario marxista-leninista.
*Columnista de El Diario de Hoy.