Los castigos suelen ser palabras altisonantes, groseras e hirientes hasta golpes. Al menos así es en la mayoría de hogares e incluso algunas escuelas.
Sin embargo existe un método diferente para educar a los niños. Se trata de la disciplina positiva, una alternativa de crianza infantil amable y firme.
En esta forma de disciplina no hay extremos, ni castigos o premios. Puede ser utilizado por padres de familia y docentes.
“Lo que se busca es que los niños se vuelvan reflexivos. En esta disciplina, el error es algo que puede utilizarse para buscar otras soluciones. Queremos que ellos mismos piensen y tomen sus propias decisiones. Si alguien tira la pintura le preguntamos qué puede hacer para solucionarlo y le damos las herramientas para que lo limpie. Los maestros solo somos facilitadores”, explicó Jimena Rodríguez, docente.
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La clave de este método es sustituir el castigo por ir al origen del problema, conocer por qué sucedió la acción (romper algo, tirar algo, golpear a alguien), para plantear una solución donde el niño participe.
Es por ello que la disciplina educativa ayuda a que se vuelvan responsables de sus actos.
Y no solo eso, además destaca sus cualidades dejando a un lado los defectos que poseen.
Los resultados de una disciplina positiva es la generación de niños con pensamientos creativos, más reflexivos e innovadores, capaces de tomar sus propias decisiones y listos para resolver conflictos.
Sin embargo este método solo puede funcionar si los adultos reflejan que viven en valores y sana convivencia. Debe ser un trabajo en familia y de toda la sociedad.
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¿Qué producen los castigos?
Ante un regaño en los niños florecen emociones como el enojo, la frustración y el resentimiento.
En algunas ocasiones ellos no comprenden lo que está sucediendo y por qué resultaron perjudicados.
Para el psicólogo y consultor Enrique Gutiérrez los castigos estigmatizan a los menores. “Mejor ayúdalo, recuerda que está aprendiendo a vivir”, sugiere.
“Los padres de familia tienden mucho a culpabilizarse y no son firmes. Tampoco hay que aniquilar la propia autoridad. Hay que invitar al niño a que reflexione basándose en las reglas que tienen en el hogar y en la escuela”, agregó.