El AirBnB de Ortega

El expresidente de El Salvador Mauricio Funes se acogió al “airBnB” de Ortega —el asilo político es parte de las comodidades que ofrece— cuando se supo que había investigaciones sobre su patrimonio familiar.

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Toyota cuenta con salas de venta en San Salvador, sucursal Los Héroes y Multiplaza; San Miguel, Santa Ana y Sonsonate. 

/ Foto Por Cortesía

Por Cristina López*

2016-10-30 5:04:00

Una de las mejores cosas que han sucedido como consecuencia de la innovación tecnológica es la “economía compartida”. Se le llama así a las aplicaciones de teléfonos móviles que permiten a individuos prestar servicios a pequeña escala que antes solo prestaban compañías. Es así como cualquier particular puede, con su propio vehículo, prestar servicios de transporte a pasajeros que así lo necesitan a través de aplicaciones como Uber o Lyft. Lo mismo sucede con servicios de hospedaje gracias a la aplicación AirBnB. El nombre de la aplicación es un derivado de “bed and breakfast”, un tipo de servicio de hospedaje de menor escala que un hotel. Cualquiera ahora puede poner su espacio (cuartos, apartamentos, incluso casas de vacación enteras) en AirBnB y rentarlo a particulares interesados en quedarse ahí.

Daniel Ortega, presidente de Nicaragua, ha convertido a su país esencialmente en un AirBnB para huéspedes con un perfil muy específico. En común, tienen que los investiga la justicia. Desde su primer mandato en los Ochenta, Ortega utilizó su poder para esconder a quienes tenían razón para temerle a la justicia, como el colombiano Pablo Escobar. Ahora, sus últimos huéspedes tienen un perfil un tanto más bajo. Desde hace unos meses, el expresidente de El Salvador Mauricio Funes se acogió al “airBnB” de Ortega —el asilo político es parte de las comodidades que ofrece— cuando se supo que había investigaciones sobre su patrimonio familiar y su inexplicable crecimiento.
 
Otros huéspedes asilados (u hospedados, si cabe la metáfora) incluyen a personas con vínculos a las guerrillas colombianas FARC y a un italiano condenado por haber participado en el secuestro y asesinato de un exprimer ministro (a ese se le concedió la nacionalidad nicaragüense, por lo que cualquier intento de extraditarlo es inútil). Es decir, otra de las comodidades que ofrece el airBnB de Ortega es una red impecable para hacer networking que sin duda podrá aprovechar el expresidente Funes.
 
Es imposible determinar qué obtiene Ortega a cambio de poner su país y sus instituciones legales al servicio de aquellos que necesitan refugio cuando están jugando escondelero con el Ministerio Público de sus países. ¿Lo hará movido por la caridad? ¿O será por la solidaridad, en un hoy por ti mañana por mi que nosotros, los ciudadanos de a pie y sin conexiones políticas, jamás entenderíamos? Es posible que al alcanzar ciertos niveles de conductas que involucran el uso del poder público para el beneficio personal se forme algún tipo de club o sociedad secreta, disponible solo a expresidentes con cuestionables patrones de enriquecimiento y manejo de fondos estatales.
 
Sería interesantísimo hacerle todas estas preguntas al expresidente Funes. ¿Cómo le solicitó asilo a Ortega? ¿Fue una llamada telefónica? ¿Un mensaje por WhatsApp? ¿Tendrán, como AirBnB, una aplicación móvil que le permite expeditar algo tan tedioso como un proceso legal de solicitud de asilo? Quizás en algún lugar, le queda algún tipo de integridad periodística y su asilo político no sea más que una excusa para desentrañar la trama de favores que seguramente hay detrás del AirBnB de Ortega. Le preguntaría yo, pero le ha dado por bloquear a cualquiera que difiera de sus ideas en Twitter.
 
*Lic. en Derecho de ESEN con maestría en Políticas Públicas de Georgetown University.           Columnista de El Diario de Hoy.@crislopezg